CONSTRUCTORES DE REPÚBLICAS 2013


Desde que este blog se puso en funcionamiento en 2007 y no por mérito del mismo, sino de la ciudadanía inteligente y harta de tanta represión social y económica, son muchos los republicanos que por fin salieron del armario, miles sus banderas ondeando allí donde la injusticia campa. Este republicanismo enarbola la ruptura democrática, la libertad, la justicia social, la laicidad, la educación y la sanidad pública, gratuita y de calidad, los derechos humanos y también el derecho de los pueblos a su autodeterminación. Porque la solidaridad se construye desde la comprensión mutua y la lucha conjunta contra el enemigo común.

martes, 19 de enero de 2010

IGLESIA AMORAL

El Arzobispo de Granada, Javier Martínez, se retrató en su lamentable homilía navideña como un demagogo de discurso torpe, zafio y estúpido de editorialista fascistilla de cuarta fila en la quinta columna dinamitadora del Estado que es la Iglesia. Ya lo dice él mismo “Esta licencia para matar no es más que un primer paso de la pérdida de libertad en nuestra sociedad, el primer paso –gravísimo- que anuncia que estamos ya en una nueva y terrible dictadura -¡terrible!- y que la libertad es una palabra vacía, porque el Estado tiene el poder de decidir para qué sí o para qué no somos libres, de decidir quién tiene derecho a vivir y quién no.” Vaya, vivimos en una nueva dictadura, eso es lo que le molesta al Arzobispo, que sea nueva, porque la vieja le parecería muy bien, un poco corta para su gusto, aunque en aquella sí que era cierto que el estado decidía si debías ser huésped de sus inmundas prisiones o si debías ser asesinado guiado por criterios coloristas, todos los sospechosos de rojos al paredón. Pero claro, aquellos si que eran buenos tiempos para la Iglesia. Que yo sepa el gobierno no enviará a la secreta a casa de nadie a practicarle un aborto contra su voluntad, pero antes si que podías encontrarte con una sesión de cirugía estética sin anestesia por cortesía de los esbirros del aparato represor fascista de la dictadura de Franco.

“Queridos hermanos, el mundo está en tinieblas, y un mundo así está abocado a la violencia y al pecado, al abuso de los hombres con los hombres.” Este Martínez desvaría y cae en deslices para los que el poco original Freud tendría una clásica explicación. Mensajes apocalípticos propios de etapas oscurantistas donde la Iglesia hacía su agosto aprovechándose de la incultura e inocencia de un pueblo explotado por ella, famélico y asustado. Dice el Arzobispo: “Hubo en la Edad Media -en esa preciosa Edad Media que nadie se atreve a recordar porque tampoco es políticamente correcto- una orden militar cristiana donde los caballeros hacían el juramento de no combatir nunca con menos de dos enemigos a la vez, porque para un caballero cristiano era indigno combatir de igual a igual con quien no era cristiano.” Que bonita era la Edad Media donde un monasterio era un centro de poder político y económico en igualdad o superioridad de condiciones respecto al de cualquier noble bien situado, época gloriosa de tanto beneficio donde Martínez se hubiera sentido como pez en el agua aterrorizando a sus esclavos a la par que fieles. Por aquellas fechas, según Martínez, fan devoto de los protagonistas de las gestas patriótico-católicas que explicaban los libros en las escuelas franquistas, los caballeros cristianos, que eran más chulos que una jota, luchaban con los infieles por pares por motivos de la más estricta xenofobia.

“¿Y a eso lo llaman progreso? Se promulga una ley que pone a miles de profesionales (médicos, enfermeras,…) -sobre todo, a ellos- en situaciones muy similares a las que tuvieron que afrontar los médicos o los soldados bajo el régimen de Hitler o de Stalin, o en cualquiera de las dictaduras que existieron en el siglo XX y que realmente establecieron la legalidad de otros crímenes, menos repugnantes que el del aborto. Porque es de cobardes matar al débil.” Yo no creo que lo de este hombre sea cinismo porque para eso debería tener más inteligencia que la que demuestra poseer, es la mala leche del tonto la que le empuja a declamar tanta sandez. Le recordaremos a este mal hombre que puede informarse sobradamente a través de diferentes trabajos de gran y contrastada solvencia de los crímenes cometidos o bendecidos por su Santa Iglesia, pre y post golpe de estado del 36, miles y miles, y no precisamente contra su voluntad sino más bien alentados desde sus púlpitos. Hubo médicos como Vallejo-Nágera que disfrutaron de lo lindo con sus experimentos a lo Goebbels, pero claro, seguramente para Martínez, los rojos que el doctor utilizaba como conejillos de indias seguramente no entran en la categoría de seres humanos sino de ratas exterminables. Dice que es de cobardes matar al débil, pues bien, seguro que el machote que, en plena orgía de sangre de la represión fascista después de su victoria, decapitó a una niña de siete años en Valencia por llamarse Libertad era de comunión diaria. Pero claro, esta ya no era un feto, una futura católica, sino una enemiga a combatir por llevar un nombre que ellos mismos reivindican para si.

El párrafo estrella que levantó la polémica:

“Pero matar a un niño indefenso, ¡y que lo haga su propia madre! Eso le da a los varones la licencia absoluta, sin límites, de abusar del cuerpo de la mujer, porque la tragedia se la traga ella, y se la traga como si fuera un derecho ….Sólo existe una medicina para este crimen: el perdón, medicina que sólo conocemos los cristianos. Un médico que haya practicado cientos de abortos y que algún día caiga arrodillado, asombrado de su propia mezquindad humana, es abrazado por el Señor. Una adolescente engañada por el chico que abusó de ella o por sus padres, o por la imagen que tiene de si misma, siempre tendrá en la Iglesia una casa, una familia y una madre.” Por donde empezar, o sea, si abortas matas a un niño indefenso, este hombre desvaría. Un feto no es un niño, es un embrión de una vida humana sin ninguna personalidad jurídica porque hasta que uno no nace no es apuntado en el Registro Civil y es entonces cuando empiezas a ser, por lo menos aquí, súbdito, pero esta es otra condena. La obsesión de los ultracatólicos con el feto debe ser un trauma por los miles de niños que fueron asesinados a lo largo de la historia por curas y monjas que habían echado una cana al aire o que habían sido violadas, pero eso no debe ser crimen preocupante, como ya habían nacido, más suerte tenían los “sobrinos de los curas” por no haber sido gestados en el vientre de una sierva de Dios. Luego les dice a los médicos que da igual que hayan cometido tan terribles crímenes porque si te arrepientes serás abrazado por el Señor y pelillos a la mar. A las madres involuntarias, pero “homicidas”, víctimas de la violación de los varones amparados moralmente en la ley del aborto, que a golpe de vergas castigaran a las mujeres por ser carne de pecado, esas serán acogidas por la Iglesia, el Señor no las abrazará, no sería decoroso. A las doctoras tampoco, no vaya a ser que caiga en la tentación o éstas le peguen algo. Recordémosles a todos los fanáticos religiosos que esta ley no es un deber u obligación sino un derecho que se ejerce libremente.

“Es la humanidad la que retrocede con este genocidio silencioso al que se nos invita y que ahora se promueve, genocidio que se impone a ciertos profesionales como si fuera una obligación –repito: el mismo tipo de obligación que las que tenían los oficiales en los campos de concentración de Auschwitz y Buchenwald en los que no podían rebelarse porque eran órdenes superiores-.” Ahora Martínez disculpa a los que cometieron terribles, repugnantes y execrables crímenes de humanidad en los campos de exterminio nazis, eso sí, sin distinción de sexo, raza, nacionalidad, edad o condición social, que ecuánimes. Vamos, que los pobrecillos eran unos mandados y que cuando se reían de sus actos de sadismo era la risa nerviosa de quien no puede acallar su conciencia, estos también fueron perdonados y exaltados, el joven hitleriano Ratzinger, ahora es su jefe, que vamos a contarles. A este impresentable Arzobispo se le debería caer la cara de vergüenza, pero para eso tendría que conocerla. Como se atreve a calificar de genocidio un derecho tan necesario para la mujer, una conquista social para las siempre secularmente sometidas y arrinconadas mujeres. Seres consideradas mentalmente débiles, sin más moral, ni principios que los que insertara en sus precarios cerebros el hombre que firmó el contrato de compra-venta llamado matrimonio (negocio rentable, te regalan una esclava y te pagan por ello, utilizo el presente porque en muchas partes todavía es así) y la siempre manipuladora Iglesia. Mujeres recipientes reproductivos en los que en caso de duda entre la vida incipiente y la existente podía ser eliminada por prescindible ya que siempre se podrían encontrar otro par de tetas con las que amamantar al recién nacido. Trabajadoras incansables, perpetuadoras de un modelo contrario a su emancipación, cargadas de hijos no deseados sino llegados por el imperativo de satisfacer el deseo de un marido, renunciando a la satisfacción propia, bien porque podía ser pecado o porque el ser egoísta que se aliviaba practicándole la postura del misionero sólo buscaba su propio goce y disfrute. Mujeres para las que el poder controlar si querían ser madres y el momento de serlo supuso la diferencia entre el avanzar en el camino hacia su independencia y el sometimiento a un varón muy cómodo en la sociedad machista que había construido para alimentar su egocentrismo. Señores de la Iglesia cuídense de los suyos y dejen al resto de la humanidad en paz, los no creyentes y los creyentes que creen en un estado laico tenemos nuestros derechos y no queremos ser gobernados por escrituras algunas, por muy sagradas que sean para ustedes.

Y por si no teníamos bastante con el de Granada nos llega el de San Sebastián al hilo de la mayor tragedia por catástrofe natural según la ONU, aunque la tragedia era previa, de proporciones vergonzantes y dantescas y provocada por catástrofe humana, la del aprovechamiento y desidia de los mandatarios internos y externos que han convertido a Haití en el país más ruinoso, pobre y marginado de todo el continente americano.

Aunque Monseñor apela a la tan manida y cómoda caridad cristiana para con los negritos, acuérdense de las familiares huchas del Domund, se destapa con la siguiente declaración: "Lamentamos muchísimo lo de Haití", ha puntualizado, "pero igual deberíamos, además poner toda nuestra solidaridad y recursos económicos con esos pobres, llorar por nosotros y por nuestra pobre situación espiritual". (…) "Quizá es un mal más grande el que nosotros estamos padeciendo que el que esos inocentes están sufriendo", ha sentenciado. (Público.es). Y habrá hecho estas declaraciones después de haber dormido en una cómoda cama, haberse duchado, haber comido tras ser servido, sin tener que preocuparse por nada porque sabe que sus necesidades básicas y las que no lo son tanto están garantizadas porque la Santa Madre Iglesia le proveerá. Analicemos la frase: quiénes son “nosotros”, claro, si Munilla se refiere a los que forman parte del aparato eclesial, estoy de acuerdo en que deben de llorar por su pobre situación espiritual, porque sus miserias son tan grandes y su obscenidad tanta, que podrían crear un mar interior en el desierto del Gobi. Si piensa que su pena vendrá por una caída en desgracia ganada a pulso por su falta de humanidad y que al caerse la venda de los ojos de su rebaño pueden perder su modus vivendi, no me extraña que se lamenten porque igual tendrán que trabajar para ganarse el pan. Cuando utiliza la palabra inocentes ¿a qué se refiere?, ¿a qué están libre de pecado o a qué son cortos de entendederas y prescindibles? porque si enlazamos eso con lo de los pobres nazis que seguían ordenes, el tema se vuelve inquietante. Así qué la crisis espiritual de los sobrealimentados supera en gravedad a la muerte, la enfermedad, el hambre, la carencia de techo y al analfabetismo, y que en vez de arrimar el hombro para construir una sociedad más justa, que se preocupe por erradicar la desigualdad del mundo, es mejor llorar y que todo siga como siempre: el poderoso arriba y el resto abajo y al lado del poderoso, a su diestra, la Iglesia.

Munilla, a quien no le importa haber sido repudiado mayoritariamente por su rebaño de pastores, declaró en un ataque de victímismo, más que injustificado, que actualmente la Iglesia Católica es víctima de un "anticlericalismo" que alcanza a la sociedad y a algunos medios de comunicación. Ya me gustaría que así fuera, no le quepa la menor duda, ojalá que el iceberg, del cual sólo vemos la punta, quedara al descubierto y que la gente pudiera ver la inmundicia y olfatear la podredumbre que se oculta tras el poder de la secta católica en las laberínticas cloacas que se extienden desde la Ciudad del Vaticano.

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