CONSTRUCTORES DE REPÚBLICAS 2013


Desde que este blog se puso en funcionamiento en 2007 y no por mérito del mismo, sino de la ciudadanía inteligente y harta de tanta represión social y económica, son muchos los republicanos que por fin salieron del armario, miles sus banderas ondeando allí donde la injusticia campa. Este republicanismo enarbola la ruptura democrática, la libertad, la justicia social, la laicidad, la educación y la sanidad pública, gratuita y de calidad, los derechos humanos y también el derecho de los pueblos a su autodeterminación. Porque la solidaridad se construye desde la comprensión mutua y la lucha conjunta contra el enemigo común.

jueves, 23 de agosto de 2007

¿ESTADO ACONFESIONAL?



El proyecto republicano de los años 30 iba a ser celebrado por la mayoría de los ciudadanos de este país, personas que en un tanto por ciento elevado eran creyentes y practicantes de la religión católica. Casi todos asumieron el concepto estado laico como necesario para progresar hacia una sociedad donde la educación y la justicia fueran los pilares esenciales. Había que salir adelante y deshacerse de un tipo de escuela que valoraba las ideas religiosas sobre las científicas, hecho más evidente en la mínima educación que recibían las niñas. Era asumido que había que soltar ese lastre de atraso y superstición. El gran valor de la línea educacional emprendida por la República era que aún siendo mayoritarios los maestros creyentes, comprendieron que era necesario dejar fuera de las aulas las cuestiones religiosas, los alumnos debían recibir esa formación en la Iglesia o en sus casas.


La Iglesia católica tenía sumida en el oscurantismo y el miedo a una población humilde e ignorante fácil de manipular, les interesaba el fiel cordero analfabeto no fieles con capacidad de pensar e interpretar por si mismos las Sagradas Escrituras, cosa que siempre prohibió el catolicismo, con sus crípticas misas en latín. Antológicas eran las misiones con aquellos frailes siniestros que metían el terror en la gente acusándolos de graves pecados por los que se consumirían en vida y después en el fuego eterno. Ese poder que detentaba no estaba dispuesta a cederlo y participó activamente en la conjura contra la República.


Como “practicante de la doctrina atea”, que tiene que hacer grandes esfuerzos para comprender la fe y las creencias religiosas, no puedo estar más de acuerdo con la máxima de Marx, aquella de que la religión es el opio del pueblo, hoy seguida de cerca por el fútbol y la prensa rosa, que atontan al pueblo pero que no lo dirigen. Pero si hablamos en cifras absolutas la religión todavía tiene el triunfo en su mano y para la desgracia de la humanidad creo que durante bastante tiempo.



Cuando las cosas van bien Dios te sonríe, cuando te van mal te pone a prueba y cuando van fatal es que él te dio el libre albedrío y tú no supiste utilizarlo, Dios siempre gana.


Ser católico es fácil comparado con otras religiones, consiste en que te echen un poco de agua bendita por la cabeza -si eres plebeyo puede ser del grifo, si perteneces a la realeza española te la traen del Jordán a cargo del presupuesto-, en hacer la comunión y celebrar una boda -todo ello negocio festivo-rentable-, en pedir perdón cuando cometes faltas, pequeñas o graves, porque siempre vas a ser perdonado -no se puede perder clientela-, en ser adorador de vírgenes y santos con un historial muy dudoso y a veces abominable, en ir a misa cuando te acuerdas, en dar limosna al cepillo de la iglesia para que el cura disponga de él a su antojo y en pasar por delante de un pobre y la mayoría de las veces ignorarlo. Así no me extraña que muchos protestantes se hagan católicos, es un chollo desde el punto de vista del esfuerzo personal. Antes los ricos pagaban bulas para no cumplir con las obligaciones de la Santa Madre Iglesia, que vendía parcelas en el cielo como apartamentos en Marina d'Or. Ahora a cambio de otras concesiones te casan aunque seas divorciada y te perdonan tu pasado dudoso sin hacer acto de constricción, hechos reales.



Es lamentable que, desde que Franco hizo esa fusión entre fascismo y catolicismo, que tan bien fue recibido en el seno de la Iglesia, los gobiernos democráticos no hayan establecido donde está el límite a no traspasar. En el 2007, tres décadas después de la muerte del que se paseaba bajo palio porque la gracia de Dios lo amparaba y protegía, nos definimos como estado aconfesional, insuficiente para muchos, pero mal menor si verdaderamente fuera así. Síntoma de la simbiosis perfecta del nacional catolicismo es que en la actualidad haya un proyecto en Valencia para construir un macrosantuario de las proporciones de una catedral, en unos terrenos cedidos por el Ayuntamiento, en nombre de los
mártires de la Santa Cruzada. Es totalmente vergonzoso, no condenan el franquismo, pasan por encima de los 26300 asesinados por los golpistas en las fosas del cementerio de Valencia, utilizan la palabra cruzada y lo hacen impunemente. Monseñor Agustín García-Gasco es el ideólogo de tal disparate basándose en que el 11 de marzo de 2001 Juan Pablo II beatificó a 226 valencianos muertos en la guerra civil "por el odio a la fe". El nombre oficial será Parroquia Santuario de los Beatos Mártires Valencianos. Estoy esperando que la Iglesia haga un santuario a los curas que mataron los fascistas o a los que estuvieron en prisión, que también fueron bastantes. O que condenen a los curas pistoleros que disfrutaban dando el tiro de gracia a los fusilados, humillando a los presos o delatando a gente de bien, que también los hubo.



La Iglesia católica española goza de unos privilegios por parte del estado que provocan la envidia de la Institución en otros países. Una Iglesia que está presente en actos oficiales donde se celebran misas católicas, que tiene una gran porción del pastel de la educación privada beneficiándose de las ventajas del concierto a cambio de casi nada, que todavía tienen su cuota en la sanidad viviendo también de lo público, que participa en entidades bancarias, que está presente en los estatutos de algunos partidos políticos, que tiene medios de comunicación desde los que se permite criticar a un gobierno votado por muchos millones de ciudadanos, utilizando un vocabulario más propio de un “hereje” que de un cristiano. Una iglesia que mercadea con nacimientos, compromisos y muerte, que cobra por entrar en sus espacios, que si te descuidas se lleva una parte de tus impuestos, que tiene el poder de mantener la religión en las aulas, que tiene sus capillas hasta en hospitales públicos, que quiere inmiscuirse hablando en términos de moralidad en temas donde es el gobierno quien tiene que decidir libremente, que toma partido político claramente. Ellos, que hablan del celibato, que no cumplen, de la vida, prohibiendo el preservativo que erradica la muerte, de la muerte, mostrándose contrarios a evitar el sufrimiento cuando ya no hay más opción. Ellos que tanto disfrutaron de aquellas sobrinas que venían del pueblo con las que tenían sobrinitos, o con sus propias compañeras de servicio a Dios teniendo criaturas de las que luego se deshacían.



Si estudias la jerarquía católica a través de la historia te das cuenta de que son una pandilla de codiciosos sin moral, ansiosos de poder a los que se ha seguido mansamente o por la fuerza, cumpliendo los preceptos que ellos imponían y al mismo tiempo incumplían. Una iglesia que castiga a los religiosos que están al lado de los más desfavorecidos, como los curas de la teología de la liberación, los curas a los que llamaron rojos y hoy a los que se encuentran expulsados de sus iglesias por ayudar a drog
adictos y emigrantes. Y que en cambio retira dignamente y esconde sin castigo a los pederastas que se encuentran en sus filas, que no son pocos. Una Iglesia que se mantiene al lado de las clases privilegiadas aunque estas pertenezcan a países totalitarios donde no se respetan los derechos humanos. Ellos estuvieron a partir un piñón con las dictaduras en América del Sur, obtuvieron provecho de los fascismos europeos aún sabiendo el horror que había tras las riquezas que amontonaron en esa ciudad de lujo insultante en la que vive el Papa y sus acólitos. Una religión que tiene un país, minúsculo, pero país.




Yo respeto al que cree sin fanatismos y se rige por sus creencias, porque en el fondo ninguna religión te dice que debes matar a nadie, son algunos líderes religiosos quienes llaman a la violencia. Respeto al que lo hace en la intimidad o en los muros de sus templos. Respeto a los que separan su fe de las cuestiones políticas y administrativas del estado. Respeto a los que sus creencias no les nubla su capacidad de razonar.


Hasta que no tengamos una constitución que marque un estado laico no tendremos un gobierno libre de ingerencias ni de presiones de índole inadmisible a estas alturas. Para mi la Iglesia tendría que mantener sus influencias dentro de las paredes de sus edificios, no disponer de medios susceptibles de crear opinión en temas que no atañen a la fe, que su estructura se base en su propio trabajo y que sus servicios fueran gratuitos, al fin al cabo cobrar por la palabra o los favores de Dios está muy feo. Jesucristo ya echó a los mercaderes del Templo pero se ve que el capitalismo es algo inherente a la iglesia de Pedro, que no tiene nada que ver con los sacrificios del hijo de Dios, ni con la fe y el ejemplo de los primeros cristianos.

La Conferencia Episcopal ha tomado la parte por el todo y se confunde si piensa que este es un país católico donde su palabra va a misa. Ya es hora de establecer fronteras.
Por una República Federal y Laica.

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