Rosario Sánchez Mora en el homenaje a las presas de Saturrarán en Mutriku
Rosario que tenía una salud precaria pero un espíritu republicano joven y fuerte, ha fallecido y ha dejado entre nosotros un hueco, un entrañable agujero que se suma, por desgracia, a muchos otros que llevamos en la memoria y el corazón. Otra historia de lucha y pérdida, otra republicana que muere sin poder ver de nuevo la República, como le pasó a la maravillosa Karmina Merodio con quien compartió prisión. Ella vivió la República, la defendió y padeció la dureza del franquismo en sus cárceles. Los golpistas fascistas le robaron una vida que no pudo vivir, la de la justicia, la de igualdad de derechos, la de educación, la de poder trabajar con las dos manos, porque una de ellas la perdió defendiendo la legalidad republicana.
Yo sólo hablé una vez con ella, fue una conversación muy agradable, donde me explicó parte de sus vivencias en Saturrarán. Tenía una voz dulce y sosegada y fuerzas para reirse de algunos episodios de su vida, narrados en el imprescindible libro de Carlos Fonseca, Rosario Dinamitera. Nos despedimos añorando la III República, porque ella no había renunciado a pensar que era lo mejor para todos. La III República en paz, como ella me dijo, que tenemos que conseguir en su nombre y en el de otros tantos republicanos de pro que nos van abandonando.
No le podemos hacer mayor homenaje que el que le hizo Miguel Hernández en el año 1937 honrándola con tan bello y merecido poema.
Rosario, dinamitera
Rosario, dinamitera,
sobre tu mano bonita
celaba la dinamita
sus atributos de fiera.
Nadie al mirarla creyera
que había en su corazón
una desesperación,
de cristales, de metralla
ansiosa de una batalla,
sedienta de una explosión.
Era tu mano derecha,
capaz de fundir leones,
la flor de las municiones
y el anhelo de la mecha.
Rosario, buena cosecha,
alta como un campanario
sembrabas al adversario
de dinamita furiosa
y era tu mano una rosa
enfurecida, Rosario.
Buitrago ha sido testigo
de la condición de rayo
de las hazañas que callo
y de la mano que digo.
¡Bien conoció el enemigo
la mano de esta doncella,
que hoy no es mano porque de ella,
que ni un solo dedo agita,
se prendó la dinamita
y la convirtió en estrella!
Rosario, dinamitera,
puedes ser varón y eres
la nata de las mujeres,
la espuma de la trinchera.
Digna como una bandera
de triunfos y resplandores,
dinamiteros pastores,
vedla agitando su aliento
y dad las bombas al viento
del alma de los traidores.
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