No sé en que clase de mundo perverso vivimos, donde el estado de derecho se ajusta a los intereses concretos de determinadas situaciones y grupos, donde la tergiversación hace al malo bueno y al bueno malo, donde se equiparan posturas antagónicas por aquello de que los extremos se tocan. Nos llevan a instalarnos en la confusión.
Detienen estratégicamente a Inocencia, la alcaldesa de ANV en Mondragón, en base a no haber condenado el estúpido e intolerable atentado contra la vida de Isaías Carrasco. Ahora ya no basta con ser inocente, hay que parecerlo, hay que mostrar fidelidad a una justicia que se extralimita para no resultar sospechoso y acabar a la sombra. No cuestiono si debería o no condenar el terrible asesinato, porque eso es más englobable en el mundo de la ética y la moral que en la política, sino si el si no hacerlo puede llevarte a la prisión. Muchos diputados y senadores no condenan el franquismo, otros hacen apología del mismo con toda la tranquilidad del mundo y estamos hablando de una dictadura que cuenta en su haber con cientos de miles de muertos, encarcelados, exiliados, desaparecidos, torturados y depurados. Pero claro, quien quiere establecer comparaciones, siempre se dijo que eran odiosas.
En este orden de cosas, en estas perversiones mediáticas te encuentras con un programa en la televisión pública estatal donde reproduciendo el paradigma de las dos Españas, de los "dos bandos" enfrentados en su radicalidad, nos obsequian con un reportaje sobre neo-nazis y anti-fascistas. Durante el tiempo que dura el mismo es imposible no indignarse cada 30 segundos. Una reportera muy mona y de muy buen rollo se va a pasar una jornada con unos tipos totalmente peligrosos por sus ideas pero más por lo que dejan de pensar, que es bastante. Van muy limpios, modositos y dicen que son gente muy normal, hasta parecen simpáticos, dicen que tienen amigos de otras ideologías y al fin y al cabo que lleven tatuado al III Reich en pleno en sus cuerpos es una anécdota, tan insignificante como querer acabar con la emigración a golpe de bota o penalizar el aborto. Ellos hacen sus manifestaciones pacíficas, van con el pelo cortado, aseados, a cara descubierta porque no tienen miedo (ya lo tenemos nosotros) y lo de las banderas franquistas, sus camisetas con esvásticas y el que preconicen un estado fascista para todos nosotros, carece de importancia. Si hasta tienen un bonito grupo musical. La periodista en un ejercicio de sublime patada al R.A.E. los denomina grupos de patriotas, que ellos se califiquen a si mismos así, vale, ellos sabrán a que patria sirven, pero que lo haga la voz conductora es inadmisible.
Por otro lado un periodista latinoamericano entrevista a los antifascistas. La niña mona a los que los fachas adoptan y el emigrante para que los antifascistas sean amables, porque se sabe de su talante solidario. El periodista no queda con un grupo al que sigue, no, va entrevistando a diferente gente que con un aspecto que no gustaría a las familias decentes, van medio encapuchados, luciendo botas con puntas de acero, van quemando containers, volcando coches y arrojando objetos y con una nebulosa en la cara para que no los reconozcan, dicen que defienden las mismas cosas que dice la Constitución, aquello de no apalearás al prójimo por motivo de raza, sexo, ideas, etc... Pero claro, los buenos parecen unos violentos, radicales y peligrosos, y los malos son un grupo de amigos que se reunen en sus clubs, que no provocan alarma social, porque si salen de cacería a apalear o matar no molestan a los vecinos. La supuesta asepsia (para los medios, objetividad) resulta insufrible.
Lo que olvida el reportaje es que mientras los antifascistas se defienden de las agresiones de los fascistas, los otros campan por sus fueros, ¿cuántos muertos neo-nazis ha habido a manos de grupos antifascistas? en cambio ellos cuentan con varios muertos, parapléjicos, apaleados y acuchillados en su haber.
La guinda del pastel es una entrevista a un profesor falangista que confiesa hacer apología de sus ideas entre sus alumnos, dice que no los incita a la violencia, pero claro, propagando su ideario fascista ¿qué otra cosa está haciendo?. No veo que eso cree ningún problema, ni provoque revuelo entre la gente de bien, en cambio la asignatura para la ciudadanía sí, claro, eso puede moldear criaturas convirtiéndolas en masones y rojos peligrosos.
Que la justicia sea ciega, es un hecho evidente, que los medios de comunicación nos crean unos débiles mentales es un hecho fehaciente, pero eso no es óbice para que se extralimiten en sus funciones y abusen de su poder.
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