La memoria ha quedado para el Cuéntame y para aquellos protagonistas de
Ya lo dice Zapatero que el olvido es la mejor terapia y que la sociedad ya no sabe lo que significó el 20-N. Pero no se preocupe presidente ,que para eso ya está A3, que nos ha regalado los últimos días del general golpista Franco en franja de máxima audiencia, una historia esperpéntica a lo culebrón americano pero en cutre, con el superhéroe monarca, la familia ambiciosa, el pueblo que perdona ante el calvario que le prolongan los malos interesados. Nos enseñan, tan perversamente como brevemente, los fusilamientos del 27 de Septiembre en blanco y negro, como un sueño que pesa sobre la supuesta conciencia del asesino, que en realidad está preocupado por la riña papal, no por la muerte de unos pocos rojos más. Nos muestran a un Caudillo viejito aguerrido, cumplidor de su cargo a pesar de sus limitaciones, victorioso sobre el dolor y la enfermedad hasta sus últimos días, en el que vemos sus sufrimientos como si fuera un vía crucis. ¿Qué nos importa si come caldo gallego con lacón o si su famosa austeridad convirtió al Pardo en edificio ruinoso? Hasta los opositores plasmados en la figura de la enfermera luchan por salvar la vida a un fenómeno de la naturaleza, que se repone a infarto tras infarto, como si nuestra humanidad pasará por perdonar a través de la pena. ¿Qué fue su sufrimiento comparado con todo el daño y el dolor que él infligió? ¿y quién puede ver en el actor protagonista más que a un abuelito simpático y con carácter? La familia Franco, que padecía por su capital y su integridad física, debió reírse mucho ante el televisor viendo que sus miedos eran infundados. Mientras tanto los falangistas cantaban el Cara al Sol en la explanada del Valle de los Caídos y se celebraban misas en ese mismo recinto en honor de Franco, aunque lo niegue el diputado socialista Daniel Fernández en el Congreso de los Diputados. En esa casa donde supuestamente trabajan los cargos electos, tan democráticamente como pueden serlo en este estado, y por el que tan poco respeto demuestran.
Si tienen la oportunidad de asistir en directo a algún pleno tras el prescrito cacheo a conciencia, o no, depende del funcionario que te toque, serán testigos de un espectáculo lamentable. Ya no se trata del absentismo, sino de que sus señorías se toman el Congreso como una tasca donde se encuentran con los amiguetes. Uno lee la prensa, otro habla por teléfono, algunos juegan con el móvil, otros bostezan, alguno duerme, otros se cuentan cosas muy graciosas a tenor de cómo se ríen, Bono también usa su móvil, otros hacen corrillo en las escaleras, entra Trillo triunfal como un torero saludando a la afición, mientras los oradores en la tribuna no son escuchados más que por algún despistado, que casi siempre suele pertenecer a las fuerzas políticas con menos representación, que son las que de verdad trabajan porque no pueden multiplicarse. Para ahorrarnos el bochorno podrían quedarse en casa porque el ejemplo que reciben los adolescentes que acuden como visitantes es terrible, me refiero al 5% que se interesa por lo que allí está pasando porque el 95% parece estar desconectado del mundo, entre abrideros de boca.
El 25 de noviembre Joan Tardà, el diputado de
El PSOE se atrincheró en las bondades de la ley, hablando de cómo habíamos hecho realidad en estos años los sueños y valores de
El PP siempre con su discurso maniqueo sobre
Y los católicos del PNV nos hacen notar que mientras se levanta polémica con lo de Sor Maravillas, se incumple la ley de
Joan Tardà con la valentía y la claridad que le caracterizan pidió justicia para los luchadores antifascistas, que el 14 de abril fuera instaurado como día de
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