He estado pensando en varios títulos para el presente texto gestado durante este período de toque de queda. No es que haya nada totalmente nuevo bajo el sol, pero es un hecho fehaciente que cada vez nos cuesta más ver al astro rey a pesar de que sus rayos no dejan de abrasarnos y de que nuestra necedad, y el hecho de negarnos a protegernos, nos hace seguir quemándonos hasta contraer melanomas malignos. Este sol ha alimentado amorosamente el árbol de la monarquía constitucional abonado por el guano y cuidados de los mercados y ha dado por fin sus esperados frutos. Frutas de aspecto reluciente que cuelgan de sus ramas para ser comidas por los nuevos ricos, que crecen por miles en mitad de una crisis provocada por los sin escrúpulos a su mayor medrar. Frutas negadas a los que sólo tienen derecho a recolectarlas, comedores de frutos caídos y podridos, castigados si osan tocar las del árbol, propiedad privada de otro, aunque esta sea totalmente ilícita. Esta cosecha es consecuencia de lo que ya se venía fraguando y de lo que era visible, que nos estaban dando un durísimo golpe de estado pero con mucha vaselina para que no notáramos nada. Así, los que se han llevado y se llevan la pasta de los nuevos parias de la tierra, cada vez más, se muestran como lustrosos pavos cebados con el enriquecimiento a costa de la desgracia ajena, sólo que nadie se va a atrever a cortarles la cabeza para ser servidos en la mesa de los hambrientos. Parias de hoy, que creían que los trucos del mago capitalista eran de verdad magia eterna, que se consideraban clase media porque el prestidigitador les había concedido créditos para casas, coches y unas cuantas acciones de Telefónica o Inditex, como si de deseos vitalicios se tratara. Muchos de estos crédulos han entrado en una nueva realidad, donde el bonito decorado ha desaparecido y la descarnada verdad se planta crudamente ante sus ojos. Esto, que a priori parece bueno, por aquello de que la verdad os hará libres, no lo es, porque el mago ha sacado de su chistera nuevos trucos que siguen hipnotizando a los llamados a ser los nuevos pobres, haciéndoles creer que la solución es no moverse hasta que pase la tormenta, aunque esta dure 100 años y mientras tanto mueran de hambre. Así oyes decir a gente parada de larga duración que no se puede hacer una huelga general porque es malo para la economía del Estado, que no puedes quemar un neumático o aprobar a los piquetes porque es un acto de vandalismo o que no se puede cerrar el transporte público porque fastidias al prójimo, y claro, dudas entre darle una cariñosa colleja al pobre iluso o apuntarte a un curso de yoga. Pero, ¿quién escapa a una red tan bien tejida con hilos de selección de fútbol, rebajas, veraneo y programas sobre mujeres ricas, grandes mansiones, canciones para el pueblo y fiestas populares? Un canto de sirena que no admite competencia.
Tras pensar en diferentes títulos, algunos de dudoso buen gusto, me he quedado con el de “violaciones”, porque en una violación no puede haber consentimiento y sí sometimiento por la fuerza, agresión y vejación. Lo físico y lo psicológico. Además en muchos casos la vergüenza la arrastra la víctima, dejándola más indefensa y al agresor más impune, el miedo físico y a la respuesta social deja en la vulnerabilidad más absoluta a quien la sufre, mayoritariamente mujeres. El género femenino siempre arrastra doble carga, y así lo hace la sociedad y la ciudadanía, que padece las violaciones de los estados. Algunos de ellos rehenes y otros cooperadores, más que necesarios agradecidos, de los deseos antropófagos del Capital. Así venimos siendo violados sistemáticamente y con mayor contundencia desde que esa entelequia llamada España ocupó la presidencia de la UE, “coincidencia”, en los seis meses más nefastos que ha vivido el continente desde que el fascismo fue erradicado de su territorio. Recordemos que en algunos lugares no fue extirpado sino que éste murió de muerte natural y resucitó coronado con el beneplácito de la fascista y pederasta iglesia católica para quedarse con nosotros, pues ya decía el dictador que no se nos podía dejar solos.
Violaciones económicas: recortes salariales que sientan el peor de los precedentes. Violaciones de derechos: reforma laboral o a la puta calle sin derecho ni a la pataleta. Violaciones democráticas: l’Estatut, el pasarse por el arco del triunfo la voluntad democrática de la ciudadanía, y la indivisible unidad de España, esa que tiene que defender el ejército. Violaciones de derechos humanos: la Audiencia Nacional protegiendo el franquismo a instancias del fascismo, en un espectáculo deleznable e inaceptable. Violaciones de los derechos constitucionales en nombre de la propia constitución monárquica: más ley de partidos en un recorte democrático demoledor, que censura no el delito sino las ideas, haciendo culpable a colectivos por acciones individuales, mientras la violencia fascista queda impune. Violaciones morales: Fraga gritando “ese estatuto no vale ¡Viva España!” en el Senado, Cospedal hablando de totalitarismo fascista y marxista, a rasero libre, aplicando el término a quienes se manifiestan democráticamente. Violación de la libertad de expresión: La casi extinción de la información “objetiva”, con una clase periodística esclava y sumisa que mantiene al pueblo en la peor ignorancia, la que es fruto del aparato de propaganda del FMI, sucursales, acólitos y lacayos, sin que ciertas noticias y sus protagonistas puedan ver la luz, así no ha existido la huelga en Euskal Herria y Nafarroa, ni en Grecia, más allá de los “incidentes”. Y podríamos seguir.
Y si por si se nos ocurre rebelarnos contra tanta violación nos asustan con más “medidas”, nos advierten que si no acatamos esta involución y aceptamos sumisamente nuestro papel pasivo en el derecho de pernada que los estados le han concedido al Capital sobre sus ciudadanos, en este caso súbditos, nos prohibirán hasta el derecho a huelga. Ya no reconocemos en nuestra realidad cotidiana nada que pueda ser tildado de democracia, pero si que conocemos perfectamente en lo que consiste este nuevo subproducto “democrático” que la UE ha lanzado a los socios del sur: las neodictaduras: represión a discreción y recortes de derechos y libertades a mansalva, donde la dignidad del que no se arrodilla ante el becerro de oro es usurpada a recorte vivo, mientras buscan por Internet a aquellos que han ido radicalizándose, como si lo hubieran hecho por evolución natural y no por obligación.
En contraprestación se abre las 24 horas el bar del olvido donde estimulantes drogas en enormes pantallas de plasma te arrojan a un libertinaje consentido en un ficticio no sufrir. Así nos confunden, no puedes parar un tranvía para defender tus derechos pero si puedes hacerlo e incluso aporrear un autobús al grito de una, grande y libre para celebrar el triunfo de una selección, que hasta republicanos de “pro” defienden y gentes de la izquierda combativa también, siendo cómplices del circo con que nos entretienen mientras nos roban el pan. Así envueltos en la rojigualda hasta se ve simpático invadir a nuestros vecinos lusos, mucho más educados que nosotros, a altas horas de la noche para tocarles lo que no suena. No era lícito, para algunos, que los niños gritaran No a la guerra, pero si que vayan al colegio con la bicolor en la cara coreando arriba España, o celebrar un fin de curso disfrazados de militares, beneméritos y enfermeras a ritmo de marcha militar, terrorífico. Todo en una campaña de selección y nación donde hasta los actos marciales se ven interrumpidos para ver y aplaudir la patada de un nuevo rico a un trozo de cuero. Todo a mayor gloria del centralismo radial, empobrecedor y estepario. Ya nos ha avisado un Zapatero sonriente, que no se de que se ríe, debe ser de nuestras tragaderas, que el proceso descentralizador de España se ha acabado. Ni federalismo, ni autodeterminación, ni república y mucho menos repúblicas, ni urnas donde esto pueda expresarse. Viva la transición del fascismo franquista al neofascismo del liberalismo salvaje de sus herederos, salido del vientre de la transición y bautizado en la pila de la catedral del kilómetro cero. Y lo que es mucho peor, la creación de una imagen de nación a la antigua usanza, donde la negación de la clase trabajadora como un colectivo con derechos inalienables, sale a lucir galas recicladas. Así pues, los que ya no quieren reconocerse en el papel de proletario se convierten en colchones apaleados, receptores necesarios de los golpes que enriquecen a quien nos da garrotazo para que no levantemos cabeza.
No podemos permanecer impasibles ante tanto atropello, qué pasará cuando sigan tirando de la correa de castigo con la que nos tienen atados, cuándo ya no tengamos efemérides deportivas, épicas y patrióticas a las que recurrir para evadirnos porque la depresión no nos deje abrir los ojos, cuándo el Prozac no haga efecto y lo que creíamos eterno se desvanezca ante nosotros dejando a la vista el panorama desolador que nos negamos a ver. ¿Vamos a renunciar a todo?, ¿tenemos valor para mirar a otro lado mientras chupan la sangre de los prójimos?, ¿somos tan cobardes para instalarnos en el conformismo que encumbra a estos tiranos seculares, que con su capacidad de transformación y adaptación siempre acaban ganando?, ¿Vamos a permanecer en la desidia y el desencanto para que sigan medrando estas víboras en un proceso de división, individualismo y deshumanización en el que van a educar a nuestros hijos para someterlos a su explotadora voluntad?, ¿Nos queda algo de valentía y dignidad para levantarnos y plantar cara, para demostrar que juntos podemos dar la vuelta a la tortilla, que los trabajadores tienen el poder de crear un mundo de justicia social y económica si se movilizan?.
Estemos alerta, la historia se repite, Marx no ha muerto, el verano siempre se acaba y el otoño llegará, sólo hay que estar preparado: Contra la reacción, acción.
Tras pensar en diferentes títulos, algunos de dudoso buen gusto, me he quedado con el de “violaciones”, porque en una violación no puede haber consentimiento y sí sometimiento por la fuerza, agresión y vejación. Lo físico y lo psicológico. Además en muchos casos la vergüenza la arrastra la víctima, dejándola más indefensa y al agresor más impune, el miedo físico y a la respuesta social deja en la vulnerabilidad más absoluta a quien la sufre, mayoritariamente mujeres. El género femenino siempre arrastra doble carga, y así lo hace la sociedad y la ciudadanía, que padece las violaciones de los estados. Algunos de ellos rehenes y otros cooperadores, más que necesarios agradecidos, de los deseos antropófagos del Capital. Así venimos siendo violados sistemáticamente y con mayor contundencia desde que esa entelequia llamada España ocupó la presidencia de la UE, “coincidencia”, en los seis meses más nefastos que ha vivido el continente desde que el fascismo fue erradicado de su territorio. Recordemos que en algunos lugares no fue extirpado sino que éste murió de muerte natural y resucitó coronado con el beneplácito de la fascista y pederasta iglesia católica para quedarse con nosotros, pues ya decía el dictador que no se nos podía dejar solos.
Violaciones económicas: recortes salariales que sientan el peor de los precedentes. Violaciones de derechos: reforma laboral o a la puta calle sin derecho ni a la pataleta. Violaciones democráticas: l’Estatut, el pasarse por el arco del triunfo la voluntad democrática de la ciudadanía, y la indivisible unidad de España, esa que tiene que defender el ejército. Violaciones de derechos humanos: la Audiencia Nacional protegiendo el franquismo a instancias del fascismo, en un espectáculo deleznable e inaceptable. Violaciones de los derechos constitucionales en nombre de la propia constitución monárquica: más ley de partidos en un recorte democrático demoledor, que censura no el delito sino las ideas, haciendo culpable a colectivos por acciones individuales, mientras la violencia fascista queda impune. Violaciones morales: Fraga gritando “ese estatuto no vale ¡Viva España!” en el Senado, Cospedal hablando de totalitarismo fascista y marxista, a rasero libre, aplicando el término a quienes se manifiestan democráticamente. Violación de la libertad de expresión: La casi extinción de la información “objetiva”, con una clase periodística esclava y sumisa que mantiene al pueblo en la peor ignorancia, la que es fruto del aparato de propaganda del FMI, sucursales, acólitos y lacayos, sin que ciertas noticias y sus protagonistas puedan ver la luz, así no ha existido la huelga en Euskal Herria y Nafarroa, ni en Grecia, más allá de los “incidentes”. Y podríamos seguir.
Y si por si se nos ocurre rebelarnos contra tanta violación nos asustan con más “medidas”, nos advierten que si no acatamos esta involución y aceptamos sumisamente nuestro papel pasivo en el derecho de pernada que los estados le han concedido al Capital sobre sus ciudadanos, en este caso súbditos, nos prohibirán hasta el derecho a huelga. Ya no reconocemos en nuestra realidad cotidiana nada que pueda ser tildado de democracia, pero si que conocemos perfectamente en lo que consiste este nuevo subproducto “democrático” que la UE ha lanzado a los socios del sur: las neodictaduras: represión a discreción y recortes de derechos y libertades a mansalva, donde la dignidad del que no se arrodilla ante el becerro de oro es usurpada a recorte vivo, mientras buscan por Internet a aquellos que han ido radicalizándose, como si lo hubieran hecho por evolución natural y no por obligación.
En contraprestación se abre las 24 horas el bar del olvido donde estimulantes drogas en enormes pantallas de plasma te arrojan a un libertinaje consentido en un ficticio no sufrir. Así nos confunden, no puedes parar un tranvía para defender tus derechos pero si puedes hacerlo e incluso aporrear un autobús al grito de una, grande y libre para celebrar el triunfo de una selección, que hasta republicanos de “pro” defienden y gentes de la izquierda combativa también, siendo cómplices del circo con que nos entretienen mientras nos roban el pan. Así envueltos en la rojigualda hasta se ve simpático invadir a nuestros vecinos lusos, mucho más educados que nosotros, a altas horas de la noche para tocarles lo que no suena. No era lícito, para algunos, que los niños gritaran No a la guerra, pero si que vayan al colegio con la bicolor en la cara coreando arriba España, o celebrar un fin de curso disfrazados de militares, beneméritos y enfermeras a ritmo de marcha militar, terrorífico. Todo en una campaña de selección y nación donde hasta los actos marciales se ven interrumpidos para ver y aplaudir la patada de un nuevo rico a un trozo de cuero. Todo a mayor gloria del centralismo radial, empobrecedor y estepario. Ya nos ha avisado un Zapatero sonriente, que no se de que se ríe, debe ser de nuestras tragaderas, que el proceso descentralizador de España se ha acabado. Ni federalismo, ni autodeterminación, ni república y mucho menos repúblicas, ni urnas donde esto pueda expresarse. Viva la transición del fascismo franquista al neofascismo del liberalismo salvaje de sus herederos, salido del vientre de la transición y bautizado en la pila de la catedral del kilómetro cero. Y lo que es mucho peor, la creación de una imagen de nación a la antigua usanza, donde la negación de la clase trabajadora como un colectivo con derechos inalienables, sale a lucir galas recicladas. Así pues, los que ya no quieren reconocerse en el papel de proletario se convierten en colchones apaleados, receptores necesarios de los golpes que enriquecen a quien nos da garrotazo para que no levantemos cabeza.
No podemos permanecer impasibles ante tanto atropello, qué pasará cuando sigan tirando de la correa de castigo con la que nos tienen atados, cuándo ya no tengamos efemérides deportivas, épicas y patrióticas a las que recurrir para evadirnos porque la depresión no nos deje abrir los ojos, cuándo el Prozac no haga efecto y lo que creíamos eterno se desvanezca ante nosotros dejando a la vista el panorama desolador que nos negamos a ver. ¿Vamos a renunciar a todo?, ¿tenemos valor para mirar a otro lado mientras chupan la sangre de los prójimos?, ¿somos tan cobardes para instalarnos en el conformismo que encumbra a estos tiranos seculares, que con su capacidad de transformación y adaptación siempre acaban ganando?, ¿Vamos a permanecer en la desidia y el desencanto para que sigan medrando estas víboras en un proceso de división, individualismo y deshumanización en el que van a educar a nuestros hijos para someterlos a su explotadora voluntad?, ¿Nos queda algo de valentía y dignidad para levantarnos y plantar cara, para demostrar que juntos podemos dar la vuelta a la tortilla, que los trabajadores tienen el poder de crear un mundo de justicia social y económica si se movilizan?.
Estemos alerta, la historia se repite, Marx no ha muerto, el verano siempre se acaba y el otoño llegará, sólo hay que estar preparado: Contra la reacción, acción.
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