Que desafortunado encuentro se va a producir entre la salida del libro de Stephen Hawking, donde el científico británico asegura que Dios no existe, y la paradita del Papa en Londres, donde piensa hacer el agosto fuera de temporada cobrando entrada a los que quieran ir a verle. Ratzinger ya sabe que es un ídolo al que sus fanáticas masas van a ver enardecidas como si del mismo dios se tratara, los papas renacentistas se pondrían verdes de envidia al ver a lo que han llegado sus sucesores, eso sí que son baños de multitud. Pero si Dios no existe su representante en la tierra es un timador, aunque claro, eso poco importa a sus fervientes seguidores. Tan poco como que mate a millones de personas por prohibirles el uso de preservativo o que destroce la vida de millones de mujeres por prohibir el aborto, más allá de la doctrina, presionando a los gobiernos para que estos lo excluyan de sus leyes o recorten sus supuestos. Benedicto acude así a estos encuentros como si fuera un ídolo de la música o el celuloide, la humildad es un concepto que no aparece en el diccionario vaticano, y sus muchos pecados, los de juventud de Hitler y los que vinieron después son pecata minuta para los fieles ultracatólicos, puede que porque para ellos no lo sean. Dios los cría y ellos se juntan.
El Papa que debe querer superar a su predecesor, que se ganó el mote del viajero, no para de hacer bolos y en su gira interminable recalará en la Península. Primero en la ciudad donde acaban todos los caminos que llevan al falso apóstol enterrado en su catedral. El verdadero dicen que llegó en balsa de piedra, porque en Palestina la madera debía ser un lujazo, fue slogan de la campaña contra los moros, y más tarde sería (y es) patrón de España y amo de llaves porque es el que la cierra. Además este santo varón arreglará todos nuestros problemas porque el rey tuvo a bien el pedírselo. Hay que tener en cuenta que si el Caudillo lo era por la gracia de dios, el coronado, como sucesor digitalmente directo del dictador, debe serlo también, así que estamos salvados. ¡Uy! perdonen el lapsus, ya había olvidado que Hawking nos ha fastidiado, sino hay dios no habrá apóstol, ni vírgenes, ni santos. Adiós a las romerías que sostienen la superchería y la imagen más lamentable de un país retrasado que se pega por tocar un trozo de madera cargado de joyas, quisiera pensar que bajo el efecto de los litros de alcohol que se consumen en estos eventos, aunque derraman sus lágrimas igual, cuando están sobrios, ante la virgen de turno. Y es que aquí hace muy poco que hemos salido de la caverna.
No contento con aparecer en Santiago y costarle al erario público primero dijeron que 4 millones de euros ahora dicen que 3 (o sea, que serán siete) por 6 horas de estancia luego va a Barcelona. Allí va a pasearse con su juguetito por la ciudad recordando recorridos de bodas reales y entradas de tropas fascistas. Va cual turista japonés a ver la Sagrada Familia y a rogar por ella para que la tuneladora que pasa junto a sus cimientos no haga caer un proyecto inexplicable, que lleva en construcción desde 1892 y que no sabemos cuántos euros llevará invertidos y cuántos públicos. El coste de la visita papal a Barcelona no trasciende porque debe ser una cifra bochornosa que no debe ser pronunciada en fechas electorales.
Para protestar contra el viaje de Benedicto se ha creado una campaña en Internet: Stop Papa Bcn, en la que se aboga por un estado laico, que es el único que puede considerarse democrático, donde se critica la visita del jefe de un estado basado en la fe, el oro de su sucio banco vaticano y el fascismo, pues sin Mussolini no sería estado. En este blog se ponen al descubierto las miserias de una Iglesia Católica ultrareaccionaria , oscura y dictatorial que tiene asustados hasta a sus cristianos de base.
Dicen que los dueños del sector servicios están contentos por los beneficios que ya huelen. Hay que decir que ese dinero saldrá previamente de nuestros bolsillos, artífices involuntarios de la subvención para este viaje. Hubiera sido preferible que esos millones se hubieran repartido directamente, no entre los hosteleros, sino entre los trabajadores de hoteles, restaurantes y comercios que se han quedado en el paro durante esta interminable crisis.
Que el Papa se quede en Roma con su amigo Berlusconi y que si tiene a bien salir se lo pague de su bolsillo, que vaya a recintos cerrados a dar su políticamente incorrecto discurso a sus fieles y que les cobre entrada si quiere. Ya sabíamos todos que la religión es un negocio.
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