Este pasado domingo de ramos fueron bendecidos el señor Bob Esponja, el señor Spiderman, el señor Winnie de Pooh y sus amigos, y otras celebridades de las cadenas de televisión dedicadas al entretenimiento, o atontamiento, según se mire, de la primera edad. El que no haya sucumbido al encanto de estos personajes que tire la primera piedra. Simpáticos muñecotes que a veces se nos venden como rebeldes antisistema dentro del sistema, lo cual tiene su aquel porque cuando el que prohibe rebelarte contra sus normas crea un producto que parece saltárselas, haciendo pasar como acto de rebeldía los convencionalismos de toda la vida, tiene su mérito.
Puedes eructar en público si antes te has bebido una bebida gaseosa cuya publicidad me voy a ahorrar. Puedes darle una patada en el culo a tu jefe si lo haces con el calzado que niños explotados del tercer mundo cosen mientras tus hijos ven los Simpson. Los ejemplos son tan innumerables como los anuncios que nos asaltan en todos los medios de comunicación o por la calle, en el trasporte público y creo que pronto en nuestros estresados sueños. Estos mensajes “transgresores” son los que te vende la publicidad del sistema, ahora, tú prueba a hacerlo y ya verás por cuanto te sale.
No me quiero distraer del tema principal y que no es otro que el hecho de que nadie le ha preguntado a estos personajes de la ficción infantil si son católicos y esto me preocupa bastante, hasta donde puede llegar la Iglesia ante su falta de clientela. Ver a Bob Esponja y a Spiderman colgar de coloreadas palmas camino de la iglesia más cercana para que sean bendecidas y con ellas sus balanceantes cuerpos, es un espectáculo espeluznante. Que pensaría Jesucristo de todo esto. Para que luego digan que es la Iglesia una institución que no evoluciona, de la rama de olivo a los artículos de fantasía recibiendo el agua bendita en sus templos.
Sufridos personajes. Quien no ha apodado a sus espaldas a alguien ya no tan querido o a un superior-inferior con los nombres de estos animados televisivos. Conozco a alguien que canta lo siguiente: Agrupémonos todos en la lucha final ¡Bob Esponja!, con la melodía de la serie de dibujos, nueva canción protesta de acuerdo con los tiempos de estulticia que nos ha tocado vivir, y con gran sentido crítico, se entiende, y mayor respeto al himno original. Quizá así sea escuchado.
Volviendo a la santa semana, decir que aquí se produce una reacción en cadena de beneficios mutuos que demuestran que Iglesia, católicos y mercado son como la Santísima Trinidad en este oscuro estado, una y trina, y como trina últimamente. Los vendedores de palmas pensaron que como los niños pasaban de ir a bendecir sis cursis engendros, con lacitos rosas ellas y azul ellos, había que actualizarse y hacer trepar por sus trenzados inventos personajes tan ficticios como dios. Los padres devotos consumidores vieron el cielo abierto, ahora podrían arrastrar a sus pequeñas fierecillas, que pasaban de hacer el panoli paseando palmas y palmones, pero que no pueden sustraerse a los encantos de los personajes que amenizan sus vidas a través de la televisión. Algunos de estos niños ven y conocen más a Don Cangrejo que a su propio progenitor. Y la Iglesia, con sus tentáculos abiertos, acoge en su interesado seno a estos tiernos clientes, aunque para ello tengan que bendecir al teletubbie gay o al hombre araña, que creo que es protestante.
Así Bob Esponja, víctima de la cotización del catolicismo en los mercados, fue bendecido, me consta, que muy a su pesar, sin que nadie velara por sus derechos. Al fin y al cabo tampoco nadie vela por los derechos de los niños que lo portaban, que son bautizados e incluidos en el censo de la secta católica por sus padres, cuando no pueden defenderse, inocentes desconocedores (los niños y algunos padres) de que allí permanecerán apuntados in secula seculorum.
Tal como se está poniendo esto, espero no tener que ver en eso que llaman semana santa infantil, o como sorber el seso a un menor, un paso con Bob Esponja portando una cruz mientras autoabsorbe su propio sudor, al pobre Winnie crucificado o a los Lunnis con corona de espinas. Todos ellos remedando al que pretenden sea el guía de estos pequeños, mientras les enseñan con sus actos a pasarse la doctrina del nazareno, que los cristianos de base denominan como revolucionaria, por sus futuros católicos arcos, si la educación por la ciudadanía no lo remedia.
Estos hechos no son ficticios, las palmas se podían comprar en un gran almacén de nombre extranjero pero autóctono.
Estas letras no pueden aplicarse a los ultracatólicos, cuyos niños son de una gran sobriedad y llevan sus palmas salvajes y sus ramas de lo que toque.
Si aparece un paso con una dolorosa Lady Gaga no se haga responsable a este artículo. Como tampoco si algún niño se pasa al lado rojo a causa de que algún padre tirado al monte le cante el nuevo himno de Bob Esponja, bueno, eso ya nos gustaría.
No hay comentarios:
Publicar un comentario