Parece ser que a estas alturas
todo apunta a que el proyecto Eurovegas, tan maldito como el proyecto Manhattan
en su día, nos caerá cual bomba nuclear de mafia, corrupción, prostitución,
tráficos de ilegalidades varias y esclavitud laboral sobre un espacio natural
protegido, despensa agrícola y acuífera del Baix Llobregat, como es su Delta.
Los que nos hemos posicionado en contra no somos ecologistas neuróticos
extremistas como dirían los que cuando ven un trozo de tierra ya se lo imaginan
lleno de ladrillos. Ni seguidores ultracatólicos del obispo de Getafe que clama
contra Sodoma y Gomorra, podredumbre y blanqueo de dinero, dice, pareciendo
describir el Vaticano., los hay que ven la paja en ojo ajeno y no la viga en el
propio. Somos personas críticas, librepensadoras, concienciadas y con los pies
en la tierra, una tierra que queremos conservar en el mejor estado posible.
A todo esto y para no perder la
costumbre, no se nos ha consultado a quienes tendremos que sufrir en carne
propia los desvaríos de un americano, que se pasea por este estado como
personaje de Berlanga, entrando hasta la cocina para cocinar a su gusto. La
verdad es que no tendría que sorprenderme porque tampoco nos han consultado
para recortarnos, ahogarnos, coaccionarnos, pegarnos y encarcelarnos, es lo que
tiene las mayorías cuando se sienten y se saben impunes. No quiero Eurovegas ni
en Barcelona, ni en Madrid, ni en ningún sitio porque es un proyecto
insostenible, degenerativo y caduco que se codea con la delincuencia
organizada.
Este proyecto especulativo en la
línea de la madre del hundimiento de la economía, de los que nos han abocado ufanamente a este abismo de
“líneas de crédito”, es el mismo del que huye en este momento Las Vegas. Una
ciudad que en la actualidad solo puede avergonzarse de ser campeona en paro,
desahucios, delincuencia, adicciones … de ser una urbe deteriorada donde los
neones parpadean anunciando el declive de la mítica ciudad donde se instalaron
las mafias cuando fueron expulsadas de Cuba, entonces casino y prostíbulo americano
del Caribe. Y ahora van los que nos mal
gobiernan, que son tan listos o tan desalmados, a instalarnos este
modelo a los pagadores de impuestos y de sus salarios. ¿Nos dejamos implantar esta
aberración a capricho de un personaje de serie B, que ha mangoneando dos
gobiernos en un juego de a ver quien me lo da más baratito, aprovechándose de
la evidente rivalidad para manejar la situación a su antojo? Debe pensar que
somos estúpidos e igual no se equivoca.
Hablemos del personaje en
cuestión. Sheldon Adelson, que paga las campañas de los candidatos republicanos
a la presidencia de los EEUU, que predican la moral reduccionista y
reaccionaria que ellos lucen ante sus votantes, para que cierren los ojos ante
las puertas del infierno que es su negocio. Un Adelson que se entrevista a
placer con Mas en nuestro Palau, un Mas que manda emisarios a cruzar el charco
con contraprestaciones en sus maletines, viajes que pagamos nosotros. Y la
mayoría de la gente en la inopia inducida mientras nos ningunean como siempre. Y yo me pregunto cual es el interés
último de todo esto, cargarse un espacio protegido, gastar dinero público en
obras necesarias para que Eurovegas se quede en el Baix Llobregat, ceder
terrenos públicos o malvenderlos, dejar de cobrar impuestos por actividades que
ni tan siquiera tendrán su sede fiscal aquí, esto en cualquier país civilizado
sería un suicidio político. Seguramente querrán salvar la cara utilizando de
tapadera el tema espinoso de los puestos de trabajo, pero no se sostiene esta
excusa porque de los 260 mil prometidos por el magnate vamos por los 16 mil
admitidos por el Conseller y bajando. Puestos precarios, muchos con fecha de
caducidad mientras se pone en pie la nueva urbe, la mayoría ocupados por
trabajadores que traerá principalmente de Macao donde tiene parte de su
negocio, o por lo menos ese era uno de los puntos del trato. ¿Cuál es el
trabajo que quedará? ¿El de prostituta, matón o traficante? No, gracias. Entonces si el beneficio
no estriba en lo ya dicho, no queda más opción que sospechar que tal como
Adelson paga campañas en su tierra puede pagarlas en otras, y a cambio de
donativos para financiar partidos obtener prebendas, ¿no? señores de CIU. No
hay que malpensar mucho, hay muchos ejemplos, ya veremos todo lo que sale de
debajo de la alfombra del Palau de la Música.
Es una “feliz coincidencia” que
la señora Adelson sea una enamorada de Barcelona y su costa, donde instalar un
puerto donde las yates atraquen sin tener nada que declarar. Es una “oportuna
coincidencia”, que tentado por unos terrenos que el Barça en uno de sus viajes
a Macao ofreciera a un precio satisfactorio para ambos, su marido haya puesto
el ojo en un paraje en el límite de ayuntamientos gobernados por la oposición.
Una zona donde los votantes nunca han sido generosos con las candidaturas de
CIU, así cualquier vestigio de aquello que fue el cinturón rojo de Barcelona
será recordado por las futuras generaciones como el cinturón de la ruleta. Una
ruleta rusa.
Los alcaldes afectados por el
proyecto exceptuando el de El Prat (ICV), todos ellos del PSC, se debaten entre
la cobardía y la miseria moral, pues el pueblo en su desinformación y ansia de
trabajo a cualquier precio, aun hipotecando su futuro y el de sus hijos, son
votantes potenciales a los que no quieren enfrentarse. Valoran más sus sillas
que el territorio que gobiernan. Aunque ya sabemos que gracias a la llei Òmnibus el gobierno
de la Generalitat puede hacer y deshacer a su antojo sin necesitar del
consentimiento de otras administraciones que estén por debajo.
Miserable Adelson por venir a
instalar su centro de explotación con el único objetivo de exprimirnos como un
limón. Miserables Mas y CIU por vendernos a su beneficio, ellos que tanto dicen
amar la tierra catalana, que hasta se proponen viajar a Ítaca algún día, pues
no la deben querer tanto o piensan que el Baix Llobregat, donde no ondean sus
banderas convergentes, no forma parte de su Catalunya. Miserables los alcaldes
del PSC, reducto de lo que fue el dominio del partido, que nos hipotecan a cambio
de defender su último baluarte. Miserables los súbditos que aún conociendo lo
que conlleva Eurovegas se frotan las manos ante una posibilidad de negocio
aunque cruce la línea de la legalidad. Pobres miserables los desesperados que
piensan que la solución a sus problemas será este proyecto.
Resumiendo, Eurovegas nos acecha,
y los miserables nos convertirán a los opositores a esta nueva colonización del
capital, del neoliberalismo salvaje en su faceta más tétrica, en sus víctimas a
nuestro pesar.
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