CONSTRUCTORES DE REPÚBLICAS 2013


Desde que este blog se puso en funcionamiento en 2007 y no por mérito del mismo, sino de la ciudadanía inteligente y harta de tanta represión social y económica, son muchos los republicanos que por fin salieron del armario, miles sus banderas ondeando allí donde la injusticia campa. Este republicanismo enarbola la ruptura democrática, la libertad, la justicia social, la laicidad, la educación y la sanidad pública, gratuita y de calidad, los derechos humanos y también el derecho de los pueblos a su autodeterminación. Porque la solidaridad se construye desde la comprensión mutua y la lucha conjunta contra el enemigo común.

domingo, 20 de octubre de 2013

CARTA A LOS ESPAÑOLISTAS DE AQUÍ Y ALLÁ



Rompo mi silencio para mostrar mi anonadamiento por lo que está pasando, sucesos que ya superan mi capacidad de asombro, ya no por lo que llevamos vivido con el Reich del PP que ya se olía. Una vez destapado el bote de la podredumbre de la mayoría absoluta ya se veía que la epidemia de peste neoliberal y franquista nos iba a invadir. Es una serpiente de dos cabezas, a cual más venenosa, inoculándonos su mortífero veneno para insuflarnos su miseria de hijos de lo amoral y matarnos física, psicológicamente, moralmente, espiritualmente y convertirnos en despojos que ellos en su horrible trituradora convierten en combustible para su hambrienta maquinaria.  Somos los prescindibles imprescindibles y esa es nuestra arma aunque aún no hayamos acertado a saber como cargarla. Los intentos se repiten desde que las calles se llenaron de indignación, en las tomas de los espacios que por derecho nos pertenecen, las distintas mareas y si no desistimos lo conseguiremos, porque al final será una cuestión de supervivencia y el acorralamiento aviva el ingenio. Ellos sin nosotros no son nada.

Pero no era bastante el expolio de derechos, la mentira, la desvergüenza, la represión, la coacción del PP, sus santos, sus vírgenes y su Santa Inquisición, que tenemos que asistir a los aplausos de algunos, la inacción de otros, al atropello de menos y al escarnio de menos aún, en eso que es la oposición. Los políticos opositores asisten impertérritos o atónitos ante la mayor represión de esta dictadura que ellos llaman democracia. Muchos, perros ladradores poco mordedores, que espantados ante los nuevos tiempos que los han dejado descolocados no aciertan más que acusar con la boca pequeña, algunos intentando que no se vea lo que guardan bajo la alfombra, otros asustados por lo que se cuece entre ciudadanos que intentan organizarse lo más horizontalmente posible. Ciudadanas y ciudadanos que aspiran a serlo y a los que ya no les sirve lo que estableció Paco con su hija bastarda la Corona, los USA y la Alemania de los 70, su Constitución y el refusilamiento de la república, del federalismo, del asociacionismo, la organización y la lucha. Gente que ya no está por bipartidismos decadentes y decrépitos, con un PSOE que se autoinmola con un Rubalcaba aferrado al poder como una garrapata insaciable, y que puede provocar una nueva victoria de un PP corrupto y enajenado, borracho de mayoría, eso si sobreviven a la guerra de navajas de Génova.

A veces observo el congreso de los diputados y salvo algunas excepciones de intervenciones que conllevan la riña y la expulsión como colegiales, solo siento vergüenza ajena. Solo merecen verse sus sesiones cuando son interrumpidas desde la tribuna de invitados, no como convidados de piedra que es lo que ellos desearían, sino rebelados por las preferentes, los desahucios, la educación, el aborto y otras cuestiones de dignidad humana. La clase política profesional, no toda la que cobra de nuestros impuestos sino aquella que se apuntó a la lista para eso, está desnortada, ciega y sorda, perdida en cuestiones  antidemocráticas como negar el derecho a votar y decidir a las súbditas y súbditos, enloquecida con medidas fascistas amenazando con clausurar autonomías y negando los derechos humanos y todo bajo las reglas del juego del capitalismo salvaje.

Y no teníamos bastante con lo que nos caía encima que saca pecho la una grande y libre, la nacionalcatólica, el centralismo de naftalina, el ordeno y mando del pegamento constitucional, que si algún día representó a alguien hoy ya no es más que papel, que al ser observado al trasluz deja leer otras palabras que escribió quien yace como faraón en su propia pirámide de los caídos, honrado con flores frescas cada día. Un papel que se vendió con nocturnidad al neoliberalismo condenándonos al recorte hasta dejarnos sin nada y en nada.

Ahora ya no tenemos una ETA que avive las bajas pasiones y sirva de excusa para un roto y un descosido, aunque la inefable Rosa Díez, resentida y victoriosa, no se haya enterado porque aún le rentúa, y mucho, el discurso, a la que se entrona como diosa joseantoniana del centro. La más española del universo. Ahora tenemos a Catalunya, la egoísta, la rompeespañas ¿qué España?, la secesionista. Todo un filón para los tertulianos a sueldo, que abren la boca solo para decir estupideces que matan nuestras neuronas si les abrimos la puerta de nuestros cerebros.

Este estado español que se vanagloria de ser una democracia sin saber lo que eso significa, cierra la puerta a millones de personas a expresarse en las urnas para decidir que es lo que quieren y se enroca en un espíritu nacional decadente. El Estado piensa que las ciudadanas y ciudadanos en general y los catalanes en particular somos como molestas moscas a las que solo nos ofrecen mierda para atraernos. Y lo que me asombra es que ese sentimiento nacionalista sea compartido desde la que se denomina izquierda democrática. Oír al PSOE, que dejó de ser obrero hace muchos años, para ser español por la gracia de la educación franquista recibida por los mayores, cuyos tics españolistas católicos fueron dejados en herencia a los que vinieron después a cobijarse bajo el árbol de la política maná. Escuchar a esa gente después de desfilar sobre sus muertos junto a la División Azul, recriminar en el Congreso de los Diputados a los que defendieron la legalidad republicana, pisar a todos los antifascistas con su ley ilegítima de la amnesia. Sentirlos hablar de federalismo monárquico, incluso nombrar una república como reclamo, porque ni la quieren, ni la desean más que sus más jóvenes, es penoso. Clamar al rey para que arregle las cosas para que todo siga igual, es acojonante, bueno se me permita la licencia de decir ovariante. Cuando estamos faltos de la ruptura democrática vienen con la canción de los Borbones salvapatrias, que ya no creen ni los niños de guardería.

Y aquí, el PSC, con un Pere Navarro que se une al mensaje del PSOE, relegando a los catalanistas de sus siglas, que eran los que daban sentido a su partido, no delegación, que es en lo que se ha convertido. Un supuesto republicano que pide al monarca que guíe procesos, es que te quedas atónita. Y lo hace engañado, pensando en un electorado que pierde irremisiblemente y que se irá a Ciutadans, los joseantonianos de Catalunya, como ha hecho el ex-ministro socialista Antonio Asunción. Porque aquí señoras y señores tenemos de todo, hasta franquistas que hablan catalán, algunos, prohombres de esta sociedad imperfecta, algunos olímpicos a los que se les quiere poner una Avenida. Tenemos corruptos y chorizos, gente de derecha,  facha y más facha, neoliberal, recortadora, ultracatólica con mártires incluidos, hasta tenemos represión. Pero como aquello del que tuvo retuvo, a pesar de todo, todavía aquí se respira un aire distinto, que no viene de arriba, viene de abajo, aunque si seguimos por esta senda nacionalista española va a resultar tan irrespirable como en Baralla.

Y los que están más a la izquierda nadan, sí, pero también guardan la ropa observando como los acontecimientos van más deprisa que los órganos del partido.

Si eres demócrata tienes que dar opción a votar y acatar el resultado sin miedo y respetar que en un mañana Catalunya pueda ser independiente sin que eso sea un agravio para nadie. Estamos acatando la victoria del PP, que nos está matando día a día,  y la mayoría no cuestiona la legalidad de su gobierno porque se alzó con el poder a través de la democracia. ¿Por qué los catalanes, los más denostados del estado español, tienen que pasar por aquello de la maté porque era mía? Cuando uno ya está harto de aguantar que en la casa donde has nacido, pero que no has elegido, no te traten con igualdad, respeto y sin discriminación por las particularidades que conforman tu identidad, trabajes todo el día entregues el sueldo y tengas que pagar la comida, acabas por irte arriesgándote a comenzar un nuevo camino, con la certeza de que no será nada fácil, pero sí liberador.

Y a los envenenadores que buscan la confrontación basándose en un sentimiento o en la manipulación del mismo, que no en un razonamiento, que dicen que en Catalunya las familias no se hablan por culpa del referéndum por la independencia, decidles que no he tenido oportunidad de conocer esos casos. Pero que si esas mismas familias no se han dejado de hablar por votar unos al PP y otros no, por ser del Opus y otros ateos, por ser sionistas y otros propalestinos, racistas y otros de SOS racismo, partidarios de las nucleares y otros ecologistas, contrarios a la memoria y defensores de la misma, incluso si alguno le ha vendido preferentes a otros, que no se hablen por depositar una papeleta en una urna, y no hacerlo por motivos de más peso, es de ser soberanamente estulto. Porque además todos tendrán la opción de ir a votar y podrán votar no, si les place.

No es la Catalunya dels 8 cognoms (8 apellidos) la que quiere decidir, yo ni tan siquiera tengo 8 generaciones de españoles en mi familia, es la de gente que vive aquí, sea de donde sea, que quiere expresarse y conseguir por las vías democráticas su deseo. Y cuando más se torpedee, más miedo quieran meter, más discurso de culpabilidad, más crecerá el deseo de votar, y de votar sí a la autodeterminación, pero no para darnos la espalda sino para seguir conviviendo y compartiendo, para crear un futuro digno. La gente aunque quemada con lo que está viviendo después de mucho meterles el dedo en el ojo, empezando por lo de la sentencia de l’Estatut, tumbar a las urnas judicialmente, está tomando esta nueva iniciativa de manera positiva y con ilusión. Es un movimiento transversal y muy plural, miles de personas que rodeaban La Caixa al grito de anticapitalista, gente no politizada, gente de partidos, más de un millón y medio de personas dándose la mano, gente que el día después de una independencia no votará lo mismo. Gente que habla de la República catalana del 99% en procesos constituyentes, gente que habla de independencia para cambiarlo todo. Y os preguntaréis que si de repente me he vuelto independentista, pues no, siempre he defendido desde este blog el derecho a la autodeterminación de los pueblos. Tan importante la tricolor como la estelada con su estrella roja, los extremos en un principio no lo entendían cuando cosidas las dos banderas ondeaban al viento, pero es que en su batir pedían lo mismo, libertad. Para mi son las banderas de los antifascistas represaliados, los de la patada a la monarquía para siempre, los del estado laico, los que vertieron su sangre por la democracia usurpada a golpe de fusil o fueron condenados al exilio y la clandestinidad. Y con el mismo respeto veo moverse al viento la rojinegra anarquista que llevaba en su corazón mi tío cuando se lo partió una bala fascista.

Ser de izquierda es para mi, perdonen mi ingenuidad, ser antifascista, anticapitalista, antimonárquica, no ser racista, ser solidaria, luchar por lo público entendido como lo de todos para todos, creer en la educación y la cultura que convierte a la gente en librepensadora, luchar por la justicia social, los derechos humanos, ser defensora a ultranza de la laicidad del estado, del derecho a decidir sobre la propia vida y el propio cuerpo, de la igualdad real entre sexos, en el derecho a votar de todos sean de donde sean, ser internacionalista y más cosas que seguro olvido, y también estar a favor de la autodeterminación y la emancipación de los pueblos. Yo no soy una persona de izquierda perfecta, pero por lo menos cada mañana me esfuerzo en serlo, con todas mis contradicciones, y ojalá que un día de estos al salir el sol pueda decir que vivo en una república y si no es de izquierdas de verdad, lucharé porque lo sea contra el poder opresivo, hable el idioma que hable, dejando atrás el lastre de la costra de esa España que Rubianes relacionaba con la sudoración y los genitales. 

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