Rompo
mi silencio para mostrar mi anonadamiento por lo que está pasando, sucesos que
ya superan mi capacidad de asombro, ya no por lo que llevamos vivido con el
Reich del PP que ya se olía. Una vez destapado el bote de la podredumbre de la
mayoría absoluta ya se veía que la epidemia de peste neoliberal y franquista
nos iba a invadir. Es una serpiente de dos cabezas, a cual más venenosa, inoculándonos
su mortífero veneno para insuflarnos su miseria de hijos de lo amoral y
matarnos física, psicológicamente, moralmente, espiritualmente y convertirnos
en despojos que ellos en su horrible trituradora convierten en combustible para
su hambrienta maquinaria. Somos
los prescindibles imprescindibles y esa es nuestra arma aunque aún no hayamos
acertado a saber como cargarla. Los intentos se repiten desde que las calles se
llenaron de indignación, en las tomas de los espacios que por derecho nos
pertenecen, las distintas mareas y si no desistimos lo conseguiremos, porque al
final será una cuestión de supervivencia y el acorralamiento aviva el ingenio.
Ellos sin nosotros no son nada.
Pero
no era bastante el expolio de derechos, la mentira, la desvergüenza, la represión,
la coacción del PP, sus santos, sus vírgenes y su Santa Inquisición, que
tenemos que asistir a los aplausos de algunos, la inacción de otros, al
atropello de menos y al escarnio de menos aún, en eso que es la oposición. Los
políticos opositores asisten impertérritos o atónitos ante la mayor represión
de esta dictadura que ellos llaman democracia. Muchos, perros ladradores poco
mordedores, que espantados ante los nuevos tiempos que los han dejado
descolocados no aciertan más que acusar con la boca pequeña, algunos intentando
que no se vea lo que guardan bajo la alfombra, otros asustados por lo que se
cuece entre ciudadanos que intentan organizarse lo más horizontalmente posible.
Ciudadanas y ciudadanos que aspiran a serlo y a los que ya no les sirve lo que
estableció Paco con su hija bastarda la Corona, los USA y la Alemania de los 70,
su Constitución y el refusilamiento de la república, del federalismo, del
asociacionismo, la organización y la lucha. Gente que ya no está por bipartidismos
decadentes y decrépitos, con un PSOE que se autoinmola con un Rubalcaba
aferrado al poder como una garrapata insaciable, y que puede provocar una nueva
victoria de un PP corrupto y enajenado, borracho de mayoría, eso si sobreviven
a la guerra de navajas de Génova.
A
veces observo el congreso de los diputados y salvo algunas excepciones de
intervenciones que conllevan la riña y la expulsión como colegiales, solo
siento vergüenza ajena. Solo merecen verse sus sesiones cuando son
interrumpidas desde la tribuna de invitados, no como convidados de piedra que
es lo que ellos desearían, sino rebelados por las preferentes, los desahucios,
la educación, el aborto y otras cuestiones de dignidad humana. La clase política
profesional, no toda la que cobra de nuestros impuestos sino aquella que se
apuntó a la lista para eso, está desnortada, ciega y sorda, perdida en cuestiones antidemocráticas como negar el derecho
a votar y decidir a las súbditas y súbditos, enloquecida con medidas fascistas
amenazando con clausurar autonomías y negando los derechos humanos y todo bajo
las reglas del juego del capitalismo salvaje.
Y
no teníamos bastante con lo que nos caía encima que saca pecho la una grande y
libre, la nacionalcatólica, el centralismo de naftalina, el ordeno y mando del
pegamento constitucional, que si algún día representó a alguien hoy ya no es más
que papel, que al ser observado al trasluz deja leer otras palabras que escribió
quien yace como faraón en su propia pirámide de los caídos, honrado con flores
frescas cada día. Un papel que se vendió con nocturnidad al neoliberalismo
condenándonos al recorte hasta dejarnos sin nada y en nada.
Ahora
ya no tenemos una ETA que avive las bajas pasiones y sirva de excusa para un
roto y un descosido, aunque la inefable Rosa Díez, resentida y victoriosa, no
se haya enterado porque aún le rentúa, y mucho, el discurso, a la que se
entrona como diosa joseantoniana del centro. La más española del universo. Ahora
tenemos a Catalunya, la egoísta, la rompeespañas ¿qué España?, la secesionista.
Todo un filón para los tertulianos a sueldo, que abren la boca solo para decir
estupideces que matan nuestras neuronas si les abrimos la puerta de nuestros
cerebros.
Este
estado español que se vanagloria de ser una democracia sin saber lo que eso
significa, cierra la puerta a millones de personas a expresarse en las urnas
para decidir que es lo que quieren y se enroca en un espíritu nacional
decadente. El Estado piensa que las ciudadanas y ciudadanos en general y los
catalanes en particular somos como molestas moscas a las que solo nos ofrecen
mierda para atraernos. Y lo que me asombra es que ese sentimiento nacionalista
sea compartido desde la que se denomina izquierda
democrática. Oír al PSOE, que dejó de
ser obrero hace muchos años, para ser español por la gracia de la educación
franquista recibida por los mayores, cuyos tics españolistas católicos fueron
dejados en herencia a los que vinieron después a cobijarse bajo el árbol de la
política maná. Escuchar a esa gente después de desfilar sobre sus muertos junto
a la División Azul, recriminar en el Congreso de los Diputados a los que
defendieron la legalidad republicana, pisar a todos los antifascistas con su
ley ilegítima de la amnesia. Sentirlos hablar de federalismo monárquico,
incluso nombrar una república como reclamo, porque ni la quieren, ni la desean
más que sus más jóvenes, es penoso. Clamar al rey para que arregle las cosas
para que todo siga igual, es acojonante, bueno se me permita la licencia de
decir ovariante. Cuando estamos faltos de la ruptura democrática vienen con la
canción de los Borbones salvapatrias, que ya no creen ni los niños de guardería.
Y
aquí, el PSC, con un Pere Navarro que se une al mensaje del PSOE, relegando a
los catalanistas de sus siglas, que eran los que daban sentido a su partido, no
delegación, que es en lo que se ha convertido. Un supuesto republicano que pide
al monarca que guíe procesos, es que te quedas atónita. Y lo hace engañado,
pensando en un electorado que pierde irremisiblemente y que se irá a Ciutadans,
los joseantonianos de Catalunya, como ha hecho el ex-ministro socialista Antonio
Asunción. Porque aquí señoras y señores tenemos de todo, hasta franquistas que
hablan catalán, algunos, prohombres de esta sociedad imperfecta, algunos olímpicos
a los que se les quiere poner una Avenida. Tenemos corruptos y chorizos, gente
de derecha, facha y más facha,
neoliberal, recortadora, ultracatólica con mártires incluidos, hasta tenemos
represión. Pero como aquello del que tuvo retuvo, a pesar de todo, todavía aquí
se respira un aire distinto, que no viene de arriba, viene de abajo, aunque si
seguimos por esta senda nacionalista española va a resultar tan irrespirable
como en Baralla.
Y
los que están más a la izquierda nadan, sí, pero también guardan la ropa
observando como los acontecimientos van más deprisa que los órganos del
partido.
Si
eres demócrata tienes que dar opción a votar y acatar el resultado sin miedo y
respetar que en un mañana Catalunya pueda ser independiente sin que eso sea un
agravio para nadie. Estamos acatando la victoria del PP, que nos está matando día
a día, y la mayoría no cuestiona
la legalidad de su gobierno porque se alzó con el poder a través de la
democracia. ¿Por qué los catalanes, los más denostados del estado español,
tienen que pasar por aquello de la maté porque era mía? Cuando uno ya está
harto de aguantar que en la casa donde has nacido, pero que no has elegido, no
te traten con igualdad, respeto y sin discriminación por las particularidades
que conforman tu identidad, trabajes todo el día entregues el sueldo y tengas
que pagar la comida, acabas por irte arriesgándote a comenzar un nuevo camino,
con la certeza de que no será nada fácil, pero sí liberador.
Y
a los envenenadores que buscan la confrontación basándose en un sentimiento o
en la manipulación del mismo, que no en un razonamiento, que dicen que en
Catalunya las familias no se hablan por culpa del referéndum por la
independencia, decidles que no he tenido oportunidad de conocer esos casos.
Pero que si esas mismas familias no se han dejado de hablar por votar unos al
PP y otros no, por ser del Opus y otros ateos, por ser sionistas y otros
propalestinos, racistas y otros de SOS racismo, partidarios de las nucleares y
otros ecologistas, contrarios a la memoria y defensores de la misma, incluso si
alguno le ha vendido preferentes a otros, que no se hablen por depositar una
papeleta en una urna, y no hacerlo por motivos de más peso, es de ser soberanamente estulto. Porque
además todos tendrán la opción de ir a votar y podrán votar no, si les place.
No
es la Catalunya dels 8 cognoms (8
apellidos) la que quiere decidir, yo ni tan siquiera tengo 8 generaciones de
españoles en mi familia, es la de gente que vive aquí, sea de donde sea, que
quiere expresarse y conseguir por las vías democráticas su deseo. Y cuando más
se torpedee, más miedo quieran meter, más discurso de culpabilidad, más crecerá
el deseo de votar, y de votar sí a la autodeterminación, pero no para darnos la
espalda sino para seguir conviviendo y compartiendo, para crear un futuro digno.
La gente aunque quemada con lo que está viviendo después de mucho meterles el
dedo en el ojo, empezando por lo de la sentencia de l’Estatut, tumbar a las
urnas judicialmente, está tomando esta nueva iniciativa de manera positiva y con
ilusión. Es un movimiento transversal y muy plural, miles de personas que
rodeaban La Caixa al grito de anticapitalista, gente no politizada, gente de
partidos, más de un millón y medio de personas dándose la mano, gente que el día
después de una independencia no votará lo mismo. Gente que habla de la República
catalana del 99% en procesos constituyentes, gente que habla de independencia
para cambiarlo todo. Y os preguntaréis que si de repente me he vuelto
independentista, pues no, siempre he defendido desde este blog el derecho a la
autodeterminación de los pueblos. Tan importante la tricolor como la estelada
con su estrella roja, los extremos en un principio no lo entendían cuando
cosidas las dos banderas ondeaban al viento, pero es que en su batir pedían lo
mismo, libertad. Para mi son las banderas de los antifascistas represaliados,
los de la patada a la monarquía para siempre, los del estado laico, los que
vertieron su sangre por la democracia usurpada a golpe de fusil o fueron
condenados al exilio y la clandestinidad. Y con el mismo respeto veo moverse al
viento la rojinegra anarquista que llevaba en su corazón mi tío cuando se lo
partió una bala fascista.
Ser
de izquierda es para mi, perdonen mi ingenuidad, ser antifascista,
anticapitalista, antimonárquica, no ser racista, ser solidaria, luchar por lo público
entendido como lo de todos para todos, creer en la educación y la cultura que
convierte a la gente en librepensadora, luchar por la justicia social, los
derechos humanos, ser defensora a ultranza de la laicidad del estado, del derecho a decidir sobre la propia vida y el propio cuerpo, de la
igualdad real entre sexos, en el derecho a votar de todos sean de donde sean, ser
internacionalista y más cosas que seguro olvido, y también estar a favor de la
autodeterminación y la emancipación de los pueblos. Yo no soy una persona de
izquierda perfecta, pero por lo menos cada mañana me esfuerzo en serlo, con
todas mis contradicciones, y ojalá que un día de estos al salir el sol pueda
decir que vivo en una república y si no es de izquierdas de verdad, lucharé
porque lo sea contra el poder opresivo, hable el idioma que hable, dejando atrás
el lastre de la costra de esa España que Rubianes relacionaba con la sudoración
y los genitales.
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