Me hallaba en el Memorial Democràtic en una mesa redonda bajo el título las vigencias de las leyes de amnistía punto y final en la Guerra Civil y la dictadura franquista, dispuesta, que no predispuesta, a vivir una tarde de indignación. Me acerqué al acto con cierta curiosidad debido a la proximidad de las campañas electorales para ver los posicionamientos políticos de las diferentes fuerzas presentes, todas alimentadas por nuestros bolsillos. Un acto poco común dentro de un marco institucional, pues no es fácil poner sobre la mesa una ley que casi nadie quiere diseccionar, sobre todo sus artífices y/o benefactores por si les salpica la sangre, que aun no se ha secado como sostienen ellos.
La mesa quedó eclipsada por
la señora Meritxell Batet del PSC que provocó que los presentes que no tenían
el disgusto de conocerla acudieran a sus móviles a buscar la filiación de tal
diputada, pues pensaron que en un acto de valentía alguien de Ciutadans o del
PP había tenido el coraje para sentarse ante el micro y aun más, ante un
público atónito tras el discurso de semejante anomalía política. Hago un inciso
para decirle a los miembros del PP que no tienen de que preocuparse pues
estuvieron muy bien representados por su compañera consorte. Esta política del
PSC es quien tiene el mandato de Pedro Sánchez de encargarse de coordinar el
programa electoral de los nacionales, perdón quería decir las, en 2015, con
estos mimbres puede ser que la
memoria histórica no tenga ni una línea y si la tiene será en contra de
la verdad, la justicia y la reparación y a favor del revisionismo de la
transición. Al final si tal como rumorean los mentideros de la derecha su
marido se encarga del programa del PP nunca tendrá más sentido aquello de que todo queda en casa. Pues bien, Batet se
mantuvo como esfinge egipcia, sin mostrar ninguna empatía con el público
presente, haciendo su discurso, gustándose en su discurso, robando tiempo a sus
compañeros de mesa con su discurso, dejando sin espacio a la jurista experta en
derecho internacional, que fue la más interesante de las intervenciones, sin
duda alguna. Esta mal llamada socialista al más puro estilo Lucena, recuerden lo de la estática y la dinámica, nada estético, acaparó toda la atención de las
intervenciones de los asistentes como público en la sala, pues todos caímos en su provocación,
incluida servidora, que no tenía intención de hacerlo, pero es que la
indignación es débil.
La señora Batet se despachó a su gusto
ensalzando la gloriosa ley de amnistía del 77, que para ella todavía no está
suficientemente bien ponderada y que debe ser aupada a altares mayores. Empezó
con la consabida muletilla de esta es una ley promulgada por los partidos de
izquierda siendo una victoria de los antifranquistas y que los más ilusionados
por su nacimiento fueron los socialistas, debería haber dicho el nuevo aparato
del PSOE subvencionado por americanos y alemanes. Siguió con una frase
demoledora llamándonos tontos a la cara: “no hay que convertir en derrota lo
que fue una victoria”. Para echarnos al rostro nuestro descontento nos ilustró
con la existencia de hemerotecas donde, según ella, queda demostrada que la
aceptación de la ley fue clamorosa y un estallido de júbilo por doquier. Se
envalentonó tanto que no pudo evitar decirnos que en Sevilla se coreaba, llibertat, amnistia, estatut d’autonomia,
en catalán oiga, pues eso, que se le dio a la gente lo que pedía tan
políglotamente.
Nos sacó el CIS como tablas de la
ley llevándoselo a su terreno, qué raro que se cocinen las estadísticas a favor
de fogón, diciéndonos que los mayores de 55 años al preguntárseles en que bando
estuvieron sus antecesores biológicos respondieron: el 24% que al nacional y el
25% en el republicano. No se sabe que pasó con el 51% restante que también
debería entrar en el análisis. Siguió con el dato siguiente: cuando la misma
pregunta se trasladó a la población de 18 a 24 años el tanto por ciento que
respondía nacional era del 11% y el 24,8%
republicano. La conclusión que extrae la señora Batet es que el bando
republicano está socialmente reconocido mientras que los del bando nacional no
y por eso baja el tanto por ciento, qué más queremos. El dato frío es muy
traicionero, por eso aconsejo a todo el mundo que consulte, después de tomarse
una tila, este CIS del 2008, no tanto por los porcentajes si no por las
posibles respuestas que ofrece. En la línea de dichas respuestas Batet olvidó
comentar un dato de este mismo CIS en el que se demuestra que el franquismo
sociológico sigue vivo por falta de ruptura democrática, de verdad y de
justicia, pues a una de las preguntas el 58% respondió que el franquismo hizo
cosas buenas y cosas malas. Aquí se
me encienden las alarmas pues en el año 2000, el barómetro “25 años después”, no se especifica si de Cristo o de Franco, por no llamarlo de paz
soberana por una cuestión aritmética, esa misma respuesta solo la escogió el 46%. Eso quiere decir que el
franquismo por no estar condenado y clasificado como un régimen genocida pasa a tener mejor consideración 9 años después.
La señora Batet se iba viniendo
arriba ante el mosqueo y conmoción del respetable y nos clavó la puntilla
sentenciando que la transición había sido la etapa más brillante de la historia
de España y que no había que renegar de ella porque había sentado las bases de
la democracia actual, quizá es donde han sentado y apoltronado sus posaderas
señorías de todas las calañas. Y no se le movió ni una ceja.
Para rematar la faena acudió a
los clásicos sacando a Camacho de su tumba como diácono de la reconciliación
para enlazarlo sin sutilidad alguna con que ni la sociedad ni ningún partido
reclamó la persecución jurídica de los represores. Pues señora Batet, la
memoria es plural y los que reclamamos justicia también. Que el PP y el PSOE
saquen a pasear los muertos del PCE como perritos de concurso es totalmente indigno. En este punto a mi
no me representa ni el señor Camacho, ni sus siglas, ni el invento de la sopa
de ajo de la reconciliación nacional, que tan bien les viene remover en el
puchero bipartidista. Y como guinda la ley de la memoria que ensalzó como
culmen de un camino de reconocimiento profundizando en los derechos de los
perdedores, palabra de Batet.
Ella invitó a mirar el futuro y
nos dijo que debíamos hacerlo con los ojos de Santos Juliá, ese nuevo santo de
los altares transicionales y transaccionales, bajo las premisas silencio,
amnesia, como él dice: echar al olvido. Porque según el tándem Juliá-Batet la
respuesta es dejar conscientemente de lado ciertas cuestiones, ganar el futuro
no el pasado. Porque según la diputada del PSC juzgar la transición con los
ojos de hoy es hacernos trampas y nos lo dijo con la condescendencia de quien
da un consejo a menores de edad mental que carecen de discernimiento y
conocimiento.
Y cuando ya pensamos que la cosa
no podía ir a peor, pues dábamos su mísera obra por conclusa, ella, en la cima
de la montaña nevada enarbolando
la bandera de sus padres políticos, que no de sus abuelos, los del PSOE de
Iglesias, que hubieran muerto de estupor al oírla. Pues eso, que se nos vino
arriba de tal manera que se atrevió a contarnos una historia a lo Samaniego con
su moraleja y todo. Para ello se trasladó a la ciudad de Atenas 400 años A.C.
diciéndonos que por aquellos tiempos se impuso una dictadura y que cuando se
libraron de ella decidieron acabar físicamente con los que la dirigieron y que
al poco tiempo eso trajo como consecuencia una nueva dictadura, pero como en
Atenas eran muy listos aprendieron la lección y cuando acabó esa dictadura
hicieron una amnistía y que a resultas de tan sabia decisión fueron felices y
comieron perdices. A mi nadie me había explicado de esa manera las guerras del
Peloponeso entre espartanos y atenienses, pero siempre acaba uno
sorprendiéndose de lo que puede llegar a oír. No sé si era una explicación o
una advertencia ante la querella argentina y las órdenes de extradición, que no
nombró en ningún momento de su exposición. Pero amenazar con ruido de sables a
estas alturas debería avergonzarles, así ganaron su mayoría absoluta tras la
obra 23-F, pero creo que a estas alturas ya no estamos para zarzuelas.
Quizá ni fui inteligente, ni
efectiva en mi intervención cuando llegó el turno de micro al público, casi
nunca suelo hablar pero me pudo la víscera. Era la quinta y los que me
precedieron tuvieron el mismo objetivo: la diputada del PSC. Llevada más por la
indignación fruto de estar en poder de la razón e instalada a mi pesar en el
trágala de su monárquico tránsito, me bajé del tono más frío, que es el que se
merecía, pues parece que nuestra indignación les alimenta. Le espeté que no
podía mirar al futuro, hit parade de la noche, porque el pasado no me dejaba, ya que ese pasado estaba y es
presente. Seguí diciéndole que como atea todo tema de perdón, de
reconciliación, de hermanamiento en términos casi religiosos no me interesaba
en absoluto, que lo que yo esperaba de una sociedad democrática eran soluciones
jurídicas, justicia con mayúscula. Y rematé diciendo que como bisnieta, nieta e
hija de represaliados del franquismo procuraría transmitir mi lucha a la
siguiente generación para buscar una respuesta satisfactoria a nuestras
reclamaciones de verdad, justicia y reparación. Siguió cual esfinge mirándome
impertérrita.
Al rematar el acto fuimos a
felicitar a la experta en derecho internacional que nos ilustró sobre como
saltarse la ley de amnistía, simplemente obviándola nos dijo. Ella me comentó
tú tienes trauma generacional, está ya estudiado, a lo que yo le dije que yo lo
que tenía era cabreo generacional. Una indignación por el robo de derechos y
por la aprobación de leyes de silencio como la reciente ley mordaza. Y un
cabreo político monumental por tener que soportar una y otra vez estos
discursos del partido socialista que superan al PP en desprecio, pues en su
boca son todavía más hirientes. Con todo los respetos, yo no tengo trauma de
víctima porque tuve la suerte de nacer en una casa sin autocensura, donde la
represión no se vivió desde el dolor y el duelo sino desde el ejemplo y el
reconocimiento y con un espíritu de lucha que mamé con orgullo y que sigue
vivo. Porque lo que no entienden muchos es que no reclamamos solo justicia para
las víctimas sino también para sus valores y reivindicaciones contra los mismos
perros que con diferentes collares nos siguen pisando. Lo que siguen ignorando
en su ceguera es que como siempre en abril florecen esas ideas a pesar de las
negras tormentas y los aguaceros del último parte de guerra, que no fue en el
cuarto mes del calendario por casualidad sino por causalidad: la de recordarnos
que el único abril a partir de entonces sería el suyo y el de sus herederos. Y
aunque así haya sido hasta la fecha, eso no nos asusta, ahora quizá en esa
defensa numantina de la transición, los sitiados y atemorizados sean ellos, ante
la incomprensión de la sociedad de lo que
resulta tan inexplicable como inaceptable, ante la presión de los organismos oficiales internacionales.
1 comentario:
Felipe gran compañero y luchador. Te admiro, tu trabajo es incansable. Has asistido a un acto organizado por la Asociación Hijos y hablaste de la lucha contra el franquismo. Ahora, en este lugar, logras enfrentar a una fascista con "cabreo generacional". Muybueno. Te admiro.
Sos víctima y tu familia también de los delitos del franquismo.
Salud y República. INES GARCIA HOLGADO.
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