Últimamente es alarmante la
descontextualización en las que nos movemos absolutamente desubicados. Somos
víctimas del hurto por parte del poder del marco en el que almacenamos nuestro
álbum fotográfico vital haciéndonos vivir en las realidades de turno que a él
le interesa. Circulamos a ciegas aislados de las causas que provocaron las
consecuencias en las que tenemos que combatir cada día por nuestra
supervivencia material e intelectual. Todo eso pasa cuando la desmemoria es el
arma de destrucción masiva de un pensamiento crítico elaborado a partir de la
búsqueda de la verdad, del preguntarse el porqué de todo y el saber no tanto a
donde vamos sino de donde venimos. Porque, ¿hasta cuándo podemos seguir
perdidos en el laberinto de lo inmediato, de la desinformación, de los
acontecimientos surgidos de la nada que guían nuestro presente y nos mediatizan
el futuro?
Cuando la agenda viene dada por
los intereses de quienes te quieren vender su humo a precio de oro nos diluimos
en una colectividad que no rige sus destinos. Cuando nos dicen que el presente
es hijo de circunstancias que se producen por generación espontánea unos
segundos antes de vivirlo estamos atrapados en la tela de araña de la
desmemoria y nos convertimos en moscas indefensas a merced de los intereses de
mercados, de estados vendidos y/o pusilánimes, de políticos corruptos y/o
interesados, de medios de comunicación mercenarios y/o serviles, en alimento
para todo parásito del sistema. Cuando eso ocurre la venda no solo nos tapa los
ojos, también nos tapa la boca sin ser conscientes de vivir amordazados.
Nos movemos en la era de la
estadística, del dato congelado, del consumo inmediato de información numérica,
matemáticas sin filosofía, en el blanco y negro, en el juego de las casillas y
las etiquetas, en el vaciado del lenguaje, en la corrupción de los
significados, en la superficialidad y ambigüedad de los significantes. Lo que
hoy es dictaminado como A, mañana es B y pasado es X sin tener que excusarse,
ni justificarse, porque ¿quién se acuerda de ayer o de anteayer?. Sin memoria
la mentira es totalmente gratuita para el embaucador y una factura desorbitada
para nuestro futuro. Somos carne de manipulación, barro en manos de los
tiranos, los cínicos y los cobardes.
La hemeroteca es un bien
imprescindible y nunca ha sido más fácil acceder a información como en este
momento, que lástima que el deseo de conocimiento se cotice tan a la baja en tiempos de programación televisiva
y redes basura, porque ¿quién quiere saber de quién es hija esta coyuntura si
puede disfrutar en bucle de ver un gato subido en una aspiradora ovni?
Así tenemos a gente militando en
siglas históricas que desconocen totalmente su historia, gente que opina de
cualquier cosa, pago o no mediante, sin conocer los antecedentes de lo que
están juzgando haciendo categoría de la anécdota, gente que repite como loros
la propaganda machacona de los medios como creyente de una secta, gente que
traga con todo: con políticos estúpidos e indecentes, con cargos electos de
alta representación pérfidos y/o rozando el ridículo más espantoso, de
opositores que no hacen oposición, de oportunistas sin decoro, de repetidores
de argumentarios de lo uno, lo otro, lo contrario y lo que usted quiera en el
mismo discurso.
Vemos el mundo a través de los
ojos de los intereses de turno, vemos las guerras que ellos quieren cuando
ellos juzgan y bajo su prisma. Los conflictos son a los informativos como río
Guadiana que asoman, se esconden para volver a salir justo cuando a los que
hacen negocio de la desgracia ajena les parece oportuno. Así hay conflictos
asépticos de su contexto histórico que hoy son, mañana no y pasado sí. Aquí ya
no existe el imperialismo, ni el colonialismo, ni tan siquiera como hecho
histórico para explicar las realidades de las que somos fruto, así como tampoco
las clases, ni su lucha, ni la opresión, ni el capitalismo como yugo, ni el
negacionismo de los detractores de los derechos humanos, ni las transiciones
traidoras, ni el patriarcado, ni el terrorismo de estado, todo eso son
anacronismos para quienes viven grotescamente enriqueciéndose de nuestra
descontextualización salvaje.
Y mientras nosotros sigamos
viviendo en este presente surgido de la ignorancia impuesta, suspendido en el
tiempo, aislado de sus orígenes y cada día sea una página a escribir en un
libro siempre en blanco, nunca nos emanciparemos ni como seres humanos, ni como
ciudadanía, ni como colectivos o pueblos. Mientras dejemos en manos de quienes
tienen a su alcance los medios de difusión y propagación el altavoz de su
verdad efímera, sin ponerlos frente al espejo de la verdad histórica y de sus
propias mentiras seremos esclavos complacidos y complacientes, rehenes del
neoliberalismo atroz con síndrome de Estocolmo, contribuyentes y consumidores siempre
de rodillas.
No podemos permitir que sigan
manipulando a su antojo y sin sonrojo a los que son llamados a conveniencia
masas silenciosas, a los que no se rebelan contra la tiranía del discurso único
y contaminado, a los incautos creyentes y a los convencidos sin uniforme, a los
votantes útiles y luego desechables. Y esto va para todos, para quien profese
cualquier ideología, aunque sea la de los valores que yo comparto. Si una vez
conocida toda la historia hay quien decida ser un fascista, que lo sea
convencido, públicamente y sabiendo lo que significa para que no vayan de
demócratas y patriotas de pandereta.
Algunos podrán pensar que con mis
palabras no concedo el crédito de pensante a una gran mayoría y que es un acto
de soberbia por mi parte, pero solo hay que leer esos titulares que critico
para darse cuenta de la deriva fascista-festiva-xenófoba-dictatorial-represora
por la que nos estamos despeñando sin remedio ante el ascenso de quienes la
patrocinan o la permiten por omisión o claudicación.
A las puertas de la huelga del 8
de marzo en un estado donde las mujeres son explotadas y asesinadas, con las y
los pensionistas en las calles diciendo que sus pensiones son una mierda, con
muchas republicanas y republicanos cabreados con los que nos vendieron
revoluciones arrodillándose ante el Régimen, solo nos queda salir a la calle
despojados de la desmemoria impuesta y poniendo en contexto todas esas luchas
de tanta desahuciada de esta sociedad excluyente que solo ama al rebaño cuando
sigue al líder. Es sumamente
urgente.
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