VISITA REPUBLICANA POR EL VALLE DE LOS CAÍDOS

Tengo que reconocer que me lo imaginaba más grande, cuando la gente habla del Valle de los Caídos, Santa Cruz del Valle de los Caídos para los señores de Patrimonio Nacional, el calificativo que suelen utilizar es el de grandioso, aunque el que le haría más justicia es el de horrendo.

Nunca quise visitar el susodicho "monumento" porque pensé que era obsceno ir y ser confundido con uno de los muchos turistas que pasan por taquilla para contemplar sólo la piedra sin conocer el sufrimiento que hay detrás de cada paso que das. Este año por fin me he imbuido de valor y me he decidido a hacerlo, para ver semejante insulto a la memoria republicana y reflexionar sobre lo que se podría hacer allí, con esta monarquía parlamentaria poco, pero cuando la III República sea una realidad, todo. Empezando por derrocar toda la simbología fascista.

Águila fascista derrocada, en la posición que debería tener.

Cuando llegas en coche nada más girar hacia la puerta de entrada te encuentras una garita con dos señores que sin más te piden 5 euros por cabeza, que te da derecho a entrar en el paraje natural, subir hasta el mausoleo, aparcar, y entrar en, según el billete, al recinto de la basílica y al monumento. Que si quisieras disfrutar del paisaje y comerte un bocadillo debajo de un pino también tendrías que pagar. Tantos años después se sigue sacando rendimiento del trabajo esclavo de los presos de Franco, verdaderamente vergonzoso. Por el camino te vas encontrando las estaciones del Vía Crucis que te lleva a la explanada desde la que se contemplan unas preciosas vistas, un buen sitio para esparcir tus cenizas después de morir, pero no para ser asesinado llevando a cabo los delirios de grandeza de un egocéntrico fascista.

Lo primero que pensé fue en el nazismo, luego en que hay que estar verdaderamente enfermo para transformar en aquel esperpento una magnífica montaña, luego vi que tenía una larga cola por delante de casi una hora. Ante la espera me dediqué a observar al tipo de gente que también hacia lo mismo e hice una clasificación, soy una persona anti clichés pero esta vez era necesario. Estaban las señoras con el traje de los domingos y abrigo de piel, viudas del régimen, que con nostalgia se mostraban por un lado orgullosas, como si aquello fuera suyo, y por otro enfadadas porque les parecía que no se guardaba el debido respeto. Las familias tipo Opus Dei o Legionarios de Cristo, con sus niños vestidos iguales, las niñas con vestidito y lazo, los niños con pantalón y camisa de cuadros tipo Génova como hombres del PP en miniatura. Los Skins de clase alta. Grupos de jóvenes que estaban allí como en cualquier otro sitio y que no parecían tener el menor interés en conocer la historia de la basílica. El turista extranjero que está en Madrid y que ha visto en su guía que tiene que visitar el recinto. El turista nacional gritando a sus niños mientras estos corren por la explanada, mirando el reloj y viendo que la hora de comer se les pasa en la cola, arrepintiéndose de haber subido, pero aguantando para amortizar el gasto. Muy pocos eran los que, concienciados, querían comprobar que semejante insulto de piedra a la memoria de los nuestros seguía en pie. Nadie hacía ningún comentario sobre el sitio, sobre la visita y menos todavía sobre lo que significaba o lo que debería hacerse allí, aunque pienso que la Ley de la Memoria a Patrimonio Nacional le ha servido para llenar sus arcas con la publicidad dada.

Parte de la larga cola, más de una hora para entrar.

Cuando llegó la hora de entrar me encontré a mano derecha con un arco detector de metales y un escáner para pasar los bolsos, con sus correspondientes miembros de seguridad, no fuéramos a llevar una bomba para acabar con tan magna obra. Cuando aún no te has recuperado del susto giras la cabeza a la izquierda y te encuentras una tienda de souvenirs.

No es una tienda de un centro comercial es el Valle de los Caídos

Los artículos son muy variados desde chocolate, aceite y caramelos, a muñecos disfrazados de príncipes y princesas, a camisetas de los susodichos muñecos, postales del lugar, cerámicas, libros de arte, los visores boli o cámara que yo pensaba extinguidos y por los que contemplar las diapositivas, y unos bonitos pósters del rey vestido de militar. Las cajeras van vestidas de naranja PP y no son nada simpáticas. Una auténtica falta de respeto a la memoria de las víctimas que cayeron allí por culpa del desgraciado del Caudillo, es como si a la entrada de Mauthausen te vendieran bombones y coles fermentadas con la etiqueta del campo. La bolsa que te dan cuando compras lleva impreso Reales Sitios de España.

Al girar la cabeza de nuevo a la izquierda te encuentras los audioguías, una especie de teléfono que te va ilustrando sobre lo que ves. Esta vez me pareció oportuno coger uno de estos aparatos para saber que es lo que explicaba Patrimonio Nacional sobre semejante "monumento". Creo que es ilustrativa y necesaria esta autodefinición que aparece en la página web de Patrimonio: Patrimonio Nacional custodia los bienes de titularidad del Estado afectados al uso y servicio del Rey y de los miembros de la Real Familia, para el ejercicio de la alta representación que la Constitución y las leyes les atribuyen (Ley de 16 de junio de 1982). Administra también conventos y monasterios que fundaron los reyes, y que han continuado con su labor espiritual hasta nuestros días bajo el patronazgo del Rey de España.Estos palacios y monumentos constituyen uno de los conjuntos más importantes de la historia de occidente y su formación ha sido, durante siglos, motor de la cultura de España, manteniendo una importante influencia en Europa e Hispanoamérica.Este conjunto está abierto al estudio e investigación histórica y puede ser visitado por el público a excepción de los días en que se celebran actos oficiales. Después de este interesante y vergonzoso anacronismo entenderemos mejor lo que viene a continuación cuando pulsas la tecla 1 y oyes: Patrimonio Nacional al servicio de la Corona de España (pues entonces que lo llamen patrimonio real, sería más honesto, a no ser que lo de nacional vaya por otros derroteros y, claro, sabiendo de quien es heredera la Corona no faltaría a la verdad) les da la bienvenida. Santa Cruz del Valle de los Caídos. El día 1 de abril de 1939 el General Franco declaró oficialmente el fin de la Guerra Civil española pasando a convertirse en el nuevo Jefe del Estado español (si no te pones azul escuchando esto es que no tienes sangre en las venas, obviemos que quien provocó la guerra fue el mismo que le dio fin y fíjate, no se convirtió en un dictador sino en jefe del estado, vivir para oír). Después de 3 años de enfrentamientos entre nacionalistas y republicanos, justo un año después, en plena Guerra Mundial, Franco decide levantar el monumento de la Santa Cruz del Valle de los Caídos como homenaje a las miles de víctimas de la Guerra Civil española (en este momento es cuando me siento a los pies de la virgen de África, esculpida en recuerdo del inicio de la guerra - vaya, que hay que conmemorar tan magno acontecimiento con una virgen a la que se debieron encomendar los golpistas antes de cruzar el estrecho -, para no caerme, romperme la nariz y convertirme en otra víctima del franquismo. Como se puede hacer gala de tanto cinismo, ah, se me había olvidado cual era la función de Patrimonio Nacional).

Virgen de África

Y sigue, El 1 de abril de 1959, justo 20 años después del fin de la contienda civil y tras 9 años de obras se inaugura oficialmente el conjunto con el templo excavado en roca granítica más grande del mundo. Un grandioso proyecto posible gracias a la alianza entre el poder y la religión en la España de la época. (Vaya, vaya, así que si juntas el poder y la religión te sale un despropósito fascista, pero claro, parece ser que nos olvidamos de la mano de obra, bueno eso es un capítulo que no merece ser nombrado para que no se le caiga la cara de vergüenza a la España de la época y a la actual). Mereció la pena perder unos minutos transcribiendo estas palabras sin desperdicio, que no hacen más que reflejar en que punto nos hallamos, en un momento nada democrático, donde la bendición del pasado franquista por parte de la monarquía queda patente.

Dinero y religión siempre de la mano


Seguí la visita viendo aquellas figuras enormes carentes de valor artístico, los ángeles que custodian la entrada, la placa de la inauguración de la basílica, las goteras que caen del techo y son recogidas en unos cubos metálicos, vírgenes, capillas, hasta llegar a la cúpula sobre el altar.

Inscripción:

Francisco Franco Caudillo de España Patrono y Fundador inauguró este monumento el día 1º de abril de 1959.

262 metros de longitud excavados en la roca, en muertos no sé que cifra alcanzaría, no sé si también entraríamos en el libro de los récords, mucho me temo que sí. Hay que decir que a Franco todavía le parecía pequeño y mandó hacer una ampliación del pasillo central.

Sobre una planta de cruz latina, en la encrucijada de los cuatro brazos, bajo una gran cúpula cubierta de mosaico se encuentran las tumbas de José Antonio y de Francisco Franco, la primera ante el altar, la segunda detrás. Sobre las losas donde se leen sus nombres, flores frescas del día, no sé si las pone Patrimonio o algún devoto fascista, pero me parece imperdonable que estén allí, las flores y ellos.

La gente pasea por el recinto como podría hacerlo por cualquier museo, no hay nada que llame a la reflexión del porqué se erigió tan espantosa obra. Junto a la tumba de Franco hay una señora que al acabar la jornada debe llegar a casa afónica, pues a voz en grito prohibía hacer fotos, al final transigió y dio permiso para hacerlas sin flash, en vista de que todo el mundo pasaba de ella.

Ante la tumba del genocida no pude sentir nada más que total indiferencia hacia sus restos, no hacia lo que fue en vida, aunque si las cuerdas que rodeaban la losa no hubieran estado allí me habría dado la satisfacción de plantar mis pies republicanos sobre los huesos del asesino. El audioguía no daba explicación alguna, o por lo menos, yo no encontré la tecla Dictador, sobre que hacían allí aquellas lápidas. Y aún tenemos que estar contentos que junto a los nombres de José Antonio y Franco no se hicieran grabar en oro algunos de los títulos que tanto le gustaban al Caudillo.

A los extremos de la cruz hay dos capillas en las que hay unas puertas sobre las que se puede leer caídos por Dios y por la Patria, ah claro, ahí es donde deben estar las víctimas de la Guerra Civil a las que se refiere Patrimonio Nacional. Los pobres combatientes republicanos que fueron llevados allí en contra de la voluntad de sus familias, algunas de las cuales aún pensaran que están desaparecidos, deben estar retorciéndose en su osario.

Caídos por Dios y por España. 1936 - 1939

Capilla del Santísimo.
Esta capilla alberga permanentemente el sagrario. En la parte posterior de esta capilla, como en la del Vía Crucis, se hallan los osarios que, divididos en nueve plantas, acogen los restos mortales de un gran número de caídos en la Guerra Civil española.

El Valle de los Caídos es un sitio al que se han encargado de darle una capa de falsa honorabilidad, vaciándolo de contenido y poniéndolo a la altura de cualquier otro monumento objeto de ser visitado turísticamente. Es por lo tanto muy fácil para el que no tiene una idea muy formada de lo que significó la dictadura en este país pasear bajo la bóveda de piedra como lo haría por el metro de su ciudad.

¿Qué habría que hacer con el Valle de los Caídos? yo no lo dinamitaría como algunos proponen, tiene que quedar en pie como prueba de la crueldad y soberbia del Dictador, como prueba del trabajo forzoso que allí realizaron tantos presos republicanos, que dejaron allí su vida. Habría que sacar los restos de José Antonio, Franco y demás fascistas para que sus familias los entierren donde les parezca mejor y les lleven las flores que quieran, sin que los que tenemos que pagar por entrar tengamos que ver tan dura estampa. Aquello no puede ser un sitio de culto, no se puede ir a rezar por los asesinos a una Iglesia que no permite que las víctimas de éstos sean reconocidas como deben. Tendría que ser un museo sin tienda, ni arco detector y gratuíto, donde explicar a la gente lo que supuso el Golpe de Estado fascista de 1936, la larga despiadada dictadura y como fue el uso que de la mano de obra esclava hizo el Estado y las grandes empresas, que aún hoy existen, y que se enriquecieron durante años a costa de la desgracia de los que perdieron la República. Un sitio donde pudieras entrar y sentir algo, donde la banalización de la injusticia no imperara y fuera posible escuchar la verdad que deben contar esas piedras. Un sitio donde no sentir vergüenza por vivir en una "democracia" que no ha sabido aplicar los principios de justicia, reparación y verdad.