El otro día un buen amigo, que cuenta entre sus cualidades la brillantez, me dió un titular para una noticia a lo Orson Wells: "Moratinos niega la existencia de paralelismos entre Nepal y España". Seguramente la mayor diferencia es que nosotros no contamos con maoistas, porque claro, eso era para gente que ahora milita en las filas del PP, lo que son las cosas.
Según El País "el depuesto monarca nepalí, Gyanendra, está buscando casa y ha consultado a los astrólogos para averiguar la fecha en que tendrá que dejar el palacio". No creemos que tenga problemas para encontrar un bonito edificio en la parte noble de Katmandú.
15 días de revueltas han bastado para deshacerse de un anacronismo, que en el caso de Nepal cuenta con matanza entre reales, prueba del proceso de degeneración que sufre este tipo de institución. Aquí tampoco queremos establecer paralelismos porque nadie está libre de sufrir un accidente.
Son días para salir a la calle con la típica camiseta reivindicativa donde rece: "yo también quiero ser nepalí". Para que luego, en nuestra arrogante ignorancia, nos ríamos de lo que consideramos Tercer Mundo.
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