“23-F: el día más difícil del rey” retrata una historia un tanto inverosímil con un héroe, el Rey, y un villano a la vieja usanza, el General Armada, con traición incluida, lágrima y tontería hasta límites inaguantables. Nos consta que la cosa no fue así, pero de haberlo sido, sería la historia más patética jamás contada, donde un rey confiado, ajeno al mundo, indeciso y pusilánime se enfrenta en solitario al ataque a una democracia recién salida del horno. Lo que choca es que haya tenido una audiencia tan elevada un producto de estas características y es que los tópicos usados para elevar al rey a santo de la democracia siguen funcionando.
Felipe el príncipe llamado a ser rey
La serie empieza con una comida familiar dónde un tierno Felipe se queja de que él no puede elegir lo que le gustaría ser de mayor porque ya sabe que tendrá que ser rey, ahora parece que más que atormentarle le apremia verse coronado.
Felipe y su geyperman del espacio son obligados a ser testigos de los acontecimientos, réditos para el futuro. Así la escena en que graban el discurso del rey a la “nación” no es gratuita, nos hacen un plano en el que aparece la cabeza del príncipe Felipe para que nos vayamos haciendo a la idea de que esto es un kit inseparable y que él también fue testigo y parte de cómo la corona nos salvó del golpe de estado.
- Papá tú querías ser rey, - Eso no se elige - Hoy me parece muy difícil ser rey, - Hoy lo único que pasa es que tengo más responsabilidad, hay mucha gente a la que no puedo defraudar. Sin comentarios.
Sofía, “la gran mujer detrás del gran hombre”
Sofía parece tenerlo más claro, va dando instrucciones al que llama Juanito, diminutivo real que en vez de parecer familiar y cercano, suena muy poco serio. Sofía contundente: “esto no os lo merecéis ni tú, ni los españoles (el burro delante) tienes que arreglarlo.” Defensora de la legalidad: “No podemos permitir que tomen los poderes civiles”. Clarividente: “Nadie estará tranquilo hasta que no hable Juanito (por televisión)”.
La familia propia y la política.
En la antesala del Golpe, llega la exiliada cuñada Irene para recordar los “buenos tiempos antes del exilio” en Grecia (allí sí hicieron bien sus deberes). Horas más tarde llegan las hermanas del rey a Palacio como si tal cosa, vienen a hacerle compañía a su hermano para decirle que desde pequeños han estado en el mismo barco ¿cuál?, ¿en el que coincidían en verano? ¿en el mismo que el hermano muerto?. Quizá es que no se sentían muy seguras en su domicilio.
La llamada telefónica.
Padre: esos militares rancios tirando por la borda lo que hemos conseguido.
Hijo: también yo soy militar papá. Y lo hago también por ti para que no caiga en saco roto todo tu sacrificio (que te robé la corona papi)
Padre: no es hora de emocionarse (cría cuervos que te sacarán los ojos).
Después de esta llamada un rey muy humano llora a moco tendido mientras no ha hecho nada para solucionar el problema. Pero seguro que a la audiencia cautiva le parece muy emotivo.
El rey
Tejero entra en el Congreso en el mismo momento en que el laborioso rey, en unas horas cruciales, se disponía a ir a jugar al tenis tan alegremente. Un tipo muy responsable.
Aparece supuestamente desbordado por un golpe de estado, que si no conocía, debía ser por incompetencia ya que se lo habían dicho en su propia cara y a él no parecía molestarle, ni alarmarle. Hasta Milans había explicado en unas maniobras delante de su real persona que con su División podía bombardear Madrid y que tenía en el punto de mira el Congreso de los Diputados. Suárez y Sabino le habían avisado del peligro golpista en la figura de Armada, pero él les había ignorado porque Alfonso era su amigo. Un amigo que había hecho uso indebido del sello real para sus intereses particulares. El rey explica que éste ya ha pedido perdón una y mil veces, que él le ha perdonado y que pelillos a la mar. ¿Le cegaba la amistad hasta el punto de dejar entrar en palacio como un miembro más de la familia a un opositor acérrimo del gobierno? se le resta importancia bajo la explicación-disculpa de que era un buen hombre pero muy religioso. Luego "le cegarían" otras amistades que siempre le han dejado beneficios.
Nos aburren hasta límites insospechados con la reiteración de la teoría del amigo traicionado, eje sobre el que gira el 23-F, según esta serie.
El rey nos regala frases épicas del tipo: “esos militares le costaron el exilio a mi familia, no nací en Roma por mi gusto”. ¿Quieren explicar otra historia de España? Que el abuelo se fue a golpe de urna si mal no recordamos. ¡Pero si a él le devolvieron su corona los golpistas, si formó parte de
Otras frases del héroe “creíbles cien por cien”: “No abdicaré antes me tendréis que ejecutar”. “Sólo estoy a los más altos servicios del estado y de la democracia”. “Me da miedo que la fidelidad a mi persona esté por encima de lo que yo represento”.
Para rematar por si no nos había quedado claro dice el rey a Sabino: “han sido los momentos más difíciles de mi vida, lo más difícil ha sido encajar la traición de alguien que creía incondicional”. Erre que erre con lo de que su única responsabilidad era ser amigo de un Armada que muy bien podría haberle dicho algo parecido a: majestad, que si ganan los rojos las próximas elecciones igual reinstauran la república y se tiene que ir usted a Estoril con su padre. Esto es ficción, por supuesto, como la serie.
Sabino ese nuevo amigo leal.
Ese hombre que hace todas las llamadas mientras el rey mira. Que le salva del peligro Armada. Que se revela como nuevo amigo y sin el cual hubiera acabado todo como el rosario de la aurora, con Armada en palacio con su telescopio para Felipe y todos convencidos de que el golpe de estado era lo mejor de lo mejor.
El miedo y el teatro.
Sabino dice: “majestad no deben saber de que lado estáis vos, si os perciben como un obstáculo no dudéis…” dramatismo para justificar que durante horas no se hacía nada operativo. Pero lo que no explican es que ese tiempo era necesario para que el miedo hiciera el efecto deseado, la llamada al orden a la sociedad civil, que es lo que constituye el 23-F. Miedo que todavía quieren manejar con frases en boca del rey: “si al ejército no le da la gana aquí no hay libertades, ni democracia que valga”, debía saberlo bien porque él era, y es, el jefe de todos los ejércitos.
El problema del secuestro de Prado del Rey se soluciona con una llamadita al Marqués de Mondéjar, ya le podían haber llamado antes, pero esas horas de no saber nada, escuchando marchas militares, son necesarias para crear el efecto de que la situación es trágica y así el héroe sale más reforzado y todos más convencidos de que nos hemos librado de una buena, de una guerra civil, según Francisco Laína, director general de
Un tiempo que no se marca en la serie para que la sensación de inoperancia sea lo menor posible. No llegan ni a 10 las llamadas realizadas desde el palacio, en esta ficción, en la friolera de 7 horas, las que van desde la entrada en el Congreso a las 18.27 hasta el discurso a la 1.14 de la madrugada.
El discurso
Cuando ya está todo organizado y controlado, siempre según la serie, llega la hora de ese discurso que el rey ha estado llevando de un sitio para otro y del que nos quieren dejar bien claro que lo ha escrito él con sus manitas y sin ayuda. “
General Alfonso Armada, el cerebro.
Armada que intenta engañar al incauto rey, es como el encantador de serpientes y el rey hace muy bien de serpiente encantada, y cuando por fin se rinde a la evidencia de la traición (según el guión) lo más fuerte que le dice es: Alfonso, tú mientes como un bellaco.
Al final parece ser que el taimado Armada urde en solitario un plan en el que utilizando al rey engaña a todo el mundo. Nadie temía entonces que fuera posible un golpe de estado, porque no habían existido antecedentes como
Un momento estelar es cuando Armada da un papel a Tejero donde le muestra la composición de su supuesto futuro gobierno con socialistas y comunistas, así el traidor también traiciona a Tejero y a Milans. Más confusión para el telespectador que ya no entiende nada.
¿Armada quería ser Presidente a toda costa sin importar con quién?, Milans del Bosch quería ser Ministro de Defensa, ¿era cuestión de ambiciones personales? ¿Qué quería ser el rey? Teniendo en cuenta que ya dijo en una ocasión que era un rey republicano, puede que quisiera ser un rey dictador o absoluto, como su antepasado Luis XIV ¿Quiénes eran esos socialistas y comunistas?
Del Tejero de opereta esperando al elefante blanco, de Aramburu haciendo una demostración de testosterona sacando su pistola para luego marcharse, de los servicios secretos probando nuevos juguetes, del ahora voy, ahora vengo dentro de los cuarteles, no hay mucho que comentar. Son más lamentables las imágenes reales viendo como el golpista se despide de sus hombres tan tranquilamente, las irrisorias penas cumplidas, los pocos inculpados y que en el 2009 se siga ocultando a la ciudadanía que pasó el 23-F. Aunque la verdad desmontaría la leyenda chollo para el rey y su prole.
4 comentarios:
Tengo algunos datos que podrían ser interesante para el tema del Rey y el 23 F. En cuanto pueda los redacto y te lo mando.
Un abrazo
Vaya, he de pensar que la serie no te gustó. Lástima de las audiencias. Espero que lo puedas digerir.
Pensar que esa traxicomedia que contaron o outro día pola tele ten visos de realidade, é algo así como crer nos Reis Magos (ou vagos?)e a estrela de Belén. Sen embargo, a xente é dada a ter fe, a crer sen preguntarse se o que lle están a contar é serio e rigoroso ou si se trata dunha opera bufa.
Pois si, en Lleida, o señor Armada, preceptor real e amigo de don Juanca, entrevistouse con máis dun socialista. Pero iso xa o sabemos dende que hai xente, como Patricia Sverlo ou o coronel Amadeo Martínez Inglés nos debuxaron a figura de don Juanca.
no comentario pasado, cando digo: "Pero iso xa o sabemos dende que hai xente, como Patria Sverlo ou o coronel Amadeo Martínez Inglés", esquecín seguir cun que, para completar "nos debuxaron a figura de don Juanca", ese hombre.
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