<>- Doctor ¿qué me pasa que estoy todo el día con el “no lo entiendo” en la boca? ¿es muy grave?
<>- No, lo grave es que los demás circulen con la cara de entenderlo todo, o sea, con cara de tontos, aunque parezca una incongruencia, porque esto no lo entiende ni un superdotado. Le diría que se alejara por unos días del mundanal ruido, pero con esto de la globalización, allá donde vaya, no podrá sustraerse de la exclamación, pues siempre habrá algo o alguien que le obligue a tirar de la muletilla.
<>Mi amigo salió sin entender como el doctor podía decirle semejante cosa sin que se le alterara el pulso, pero lo hizo tranquilo y con la autoestima por las nubes, al menos no era un circulante con teorías para todo que no explican nada.
<>Cuando me contó su visita al médico suspiré con alivio, ya no me sentía tan diferente, había alguien más que se pasaba el día con el “no lo entiendo” para arriba y para abajo. No un no entender sosegado o de ignorancia, si no un no entender fruto de la indignación, de ver que todo se va al cuerno y a casi nadie le importa, por lo tanto, menos se molestan en hacer algo al respecto.
<>Tengo otro gran amigo, por tamaño y corazón, que pertenece al club de los de la letanía del “sinvivir”, “esto es un sinvivir” para cualquier dirección que mire. Así que cuando nos encontramos, concentramos un foco de rabia digna que puede verse claramente desde cualquier satélite de medio pelo, de esos con los que nos andan vigilando, no sé para qué, si aquí no se mueven más que los que ya están en los archivos desde hace tiempo. Ya, en nuestro desenfreno verbal, no nos cedemos el paso ni por cortesía, mezclándose ambas exclamaciones y resultando un batiburrillo alfabético, que podría interpretarse como un contundente “¡hay que joderse!”.
<>Últimamente está muy de moda estos correos donde te ponen números por letras y puedes leer el mensaje, lo que hace que te creas un portento intelectual, o cambiándote las letras de sitio sin que se altere el mensaje final. Y digo yo, ya que estos correos llegan y llegarán más lejos y a más personas que cualquier queja social que pasee por el ciberespacio, podrían poner, los inventores de los mismos, mensajes revolucionarios (no se asusten, entendiendo que hoy en día es revolucionario hasta echar una instancia en cualquier administración para quejarte de algún servicio que te ha prestado deficientemente, que no te ha prestado o que no piensa nunca prestar porque el presupuesto está destinado a corruptelas varias). Aunque claro, quizá circulen tanto estas misivas porque sus anodinos textos no nos hacen pensar en nada, un estado catatónico que parece ser el natural del ser humano en los últimos tiempos.
<>Tengo otro amigo que sufre de hiperactivismo crónico, lástima que esta enfermedad no sea contagiosa, milita en tantas causas que apenas si tiene tiempo para dormir, tiene miedo de salir a la calle y encontrarse con alguna injusticia, porque no puede dejar que pase por su lado sin tomar alguna medida. Sus conocidos se ríen de su inocencia, ya ves, este cándido quiere cambiar el mundo, ¡qué iluso!. Claro, claro, digo yo que es mejor vivir en la podredumbre, ya que nos hemos acostumbrado a su hedor y podemos salir de casa sin pinza en la nariz, qué más da, así llegaremos a ser como los cerdos que disfrutan revolcándose en su propia mierda. Como estos animalitos, con los que guardamos tanto parecido genético, somos totalmente aprovechables y despreciados, el capitalismo primero nos ceba y embrutece y cuando ya no les somos rentables nos lleva al matadero, unos, los de cuatro patas, acaban siendo morcilla y a otros, los de dos, dándosela.
<>Así, este amigo anda entre la depresión y la hiperactividad, como enloquecido, con otros pocos locos que le acompañamos en esta labor que no es una adicción, sino una obligación a la que la mayoría ha renunciado. Por eso cuando vamos en el metro los tres, le colocamos las gafas de sol opacas y los tapones de la farmacia al polimilitante, en previsión de encontrarnos con los titulares de algún diario gratuito:
<>- ¡Casi 5 millones de parados! esto es un sinvivir y encima no cuentan al casi millón que no tiene papeles, ni a los que hacen cursillos de la administración.
<>- No lo entiendo, no entiendo que los afectados y allegados no estén en la calle todo el día megáfono en mano. Y ahora dicen que los de CCOO y UGT, tras firmar con la patronal, van a ir de mani próximamente junto a los actores y cantantes, que después de posar y recomendar la compra del banal suplemento de El País se han dado cuenta de que hay una crisis y de que el capitalismo es una bestia parda, de cuya mano comen.
<>- Y pronto estará todo dios en la calle, al ritmo que se ejecutan las hipotecas, para colmo la Europa de siempre sale de la recesión y nosotros, que no vemos ni el final del túnel, tendremos encima que sufrir la subida de los tipos de interés, más personal bajo los puentes o en casa de los sufridos abuelos flotadores salvacrisis. ¡Esto es un sinvivir!
<>- No lo entiendo, y dónde va a ir a parar toda la gente que no tenga familia, no entiendo como no han dado una patada a la puerta de los pisos de las miles de viviendas vacías propiedad de los especuladores. Y mientras tanto, hay tienes a los Gurtel, Pretoria, Millet, velódromos isleños y otros, no entiendo como no nos hemos echado todos los éticos a la calle ya, para denunciar tanta corrupción, porque los hay que justifican estas prácticas como parte del juego político y dicen que el que no mete la mano es que es tonto vocacional.
<>- Esto es un sinvivir, porque encima crece la intención de voto a favor de los que han formado parte de la corrupción (siempre que estos no sean de los que se hacen llamar de izquierda, en este caso la tendencia es a la baja). Ahora el lema es “orgulloso de ser corrupto, orgulloso de ser de derechas” (PP, CIU) la unidad es lo que cuenta, aunque sea para el bandidaje. Y algunos quieren hacer pasar a estos ladrones de alto copete y baja estofa como símbolos identitarios y hablan de ataques nacionales como en tiempos de Banca Catalana, qué no nos tomen el pelo. Las naciones las representan quienes pagan los impuestos no quienes se los embolsan ilegalmente.
<>- No lo entiendo y encima la clase política corporativista se indigna por ver a ciertos personajes esposados llevar sus pertenencias en una bolsa de plástico, quizá en la Audiencia Nacional tendrían que tener unas de Loewe para estos casos. Pero si el que va acompañado, nada amablemente, de las fuerzas del orden público, es uno que carece de nombre ilustre, les importa un comino verlo escarniado públicamente, aunque tenga los ocho apellidos . Qué no nos engañen, no es cuestión de patrias, sino de clase, poder y dinero.
<>- ¡Para!, ¡para!, que nos bajamos aquí, que nuestro hiperactivista está notando nuestras malas vibraciones y está a punto del infarto.
<>- ¡Vamos rápido a que le de el aire!
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