Estoy un poco harta de que me pregunten para que sirve esto de la memoria histórica y que encima me lo pregunten con lo que está cayendo. En este momento donde los derechos civiles, las libertades, el derecho a la libertad de expresión e información están en la picota, juzgados por los que se creen que el título de demócrata se obtiene por ir en una lista cerrada, que votamos sin tener conocimiento de quienes son los personajes que figuran en ella, ni de dónde vienen. A dónde van no lo saben ni ellos, pero desde luego caminan por la senda peligrosa que delimita la frontera entre lo más que dudosamente democrático y el fascismo.
La memoria histórica no es sólo recordar la masacre sufrida por los defensores de la legalidad republicana en los primeros años del franquismo y exigir justicia para ellos. Es recordar que los que siguieron enfrentándose hasta el último momento a la dictadura tienen que ser considerados como luchadores antifranquistas y que deben tener el mismo estatus que el resto de víctimas. Es recordar también a los caídos durante la sacrosanta Transición. Pero aún es más. Es recordar la lucha de los movimientos obreros, vecinales, de parados y paradas que conquistaron y defendieron los derechos que ahora se van por el desagüe de la crisis, por culpa de la puñalada trapera de un gobierno “socialista” y la aquiescencia de ciertos sindicatos. Aquellos cuyas siglas son coreadas: “¿dónde están? No se ven…” por su ausencia en tantas y tantas manifestaciones de los que ahora son antisistema y antaño eran sólo súbditos cabreados con ínfulas de ciudadanos. Se van todos esos derechos a la cloaca de los Mercados mientras la princesa del pueblo, que para rabia de la Leti se llama Belén, irrumpe en los informativos y se hacen encuestas sobre sus posibilidades electorales alcanzando cifras que ya quisieran para si partidos, que aún se consideran de izquierda y que se comen las migajas del bipartidismo transicional y constitucional monárquico. Mientras la basura entra en las casas de los contribuyentes y todos fingen que las cosas van prosperando con el mantra-coletilla de ya vendrán tiempos mejores. Es este un país donde la fe siempre ha hecho estragos intelectuales difíciles de superar.
La memoria histórica sirve para saber que aquí hubo días en que los que iban a trabajar en jornada de huelga eran llamados esquiroles y no eran respetados porque se entendía que su actitud iba contra el bien general. Días en que los piquetes eran esperados para poder cerrar persianas sin miedo al despido y no eran saludados por sus compañeros explotados desde dentro de sus empresas al grito de hijos de puta y haciéndoles cortes de manga mientras le nombran a la madre.
La memoria histórica sirve para saber que aquí hubo días en que en las huelgas los trabajadores se defendían de las fuerzas de seguridad del estado y se luchaba por los puestos de trabajo a tirachinas con tuercas de a palmo y eran aplaudidos por la opinión pública, porque con el pan de la gente no se jugaba, debía ser porque todavía se recordaba que en casa se había pasado hambre o graves vicisitudes. Ahora que los frigoríficos se abren y están llenos de marcas cuyos envases deben reciclarse y de las que no nos cuestionamos si su procedencia es ética o no, tenemos televisión plana y un mando a distancia. Ahora los que lanzan una piedra o queman un cajero son antisistema, terroristas y cosas peores con las que serán bautizados los que no se sientan a ver como borregos como el tanque de la crisis y las reformas les pasa por encima. Y para los demagogos decir que no me refiero a encapuchados o a cabezas con casco de moto, que aparecen de repente para que la anécdota pase a ser oportunamente una cortina que enmascare el trabajo bien hecho, la resistencia y la defensa de los derechos de las trabajadoras y trabajadores y de las paradas y parados.
No hablamos de la dictadura, en la que estas cosas aún se podían tolerar por algunos, que alguna que otra piedra lanzaron quejándose por los golpes recibidos, sino en la época de su bendita Transición y más allá, para aquellos que piensen que ésta ya se acabó. Ahora el discurso es otro, hay que defender al que no quiere hacer huelga y no manifestarse fuera de las consignas de los sindicatos correa y mucho menos levantar la voz, usar el spray, la cinta o poner en marcha iniciativas alternativas e informativas y resistir.
Ante la visita de Ratzinger decir que la memoria histórica sirve para saber que el nacional-catolicismo asesinó, torturó, robó y vejó a cientos de miles de españoles y sus terribles daños colaterales alcanzaron a millones de ciudadanos. Que en nombre del Caudillo por la gracia de Dios y de Dios por la gracia del Caudillo se instauró además del genocidio político, el miedo y la ignorancia, el pecado y la miseria. Sirve para que en vez de salir a recibir al Papa, jefe de un estado creado por el fascismo, con una banderita vaticana y pagarle sus millonarios paseos en su blanco auto, salir a exigirle que pida perdón por los crímenes de su Iglesia en este estado.
La memoria histórica sirve para recordar que Franco sólo murió hace 35 años, los mismos que llevamos sufriendo la corona de espinas borbónicas que nos dejó en herencia, exactamente los que lleva de impunidad su régimen disfrazado de democracia de tres al cuarto campando por los fueros de la injusticia que sufren las víctimas de su dictadura. Que 35 años no son nada para olvidar tan fácilmente lo que es vivir sin libertad y derechos como para no defender lo poco que nos va quedando y organizarnos para luchar por los que nos han robado, diciéndonos que era por nuestro bien. Vale que se crean que nos han convertido en unos apáticos y acomodados sumisos pero que no nos tomen por estúpidos a aquellos que sí sabemos para que sirve la memoria histórica, justamente para conocer la verdad, buscar justicia, recuperar democracia y estar preparados para que la historia no se repita.
Y decir a aquellos que quieren cerrar medios de comunicación, que no pueden controlar, que ciertos tics totalitarios están muy feos. Seguramente cuando el fascismo que escala posiciones en los parlamentos europeos y se granjea la simpatía de los votantes naturales de la izquierda mimetizada con los mercados, ascienda más y les desbanque, pueden que necesiten publicar en estos medios porque últimamente sólo le han dado licencias a la extrema derecha y ya no les quedará ningún vocero a su servicio. Eso si Internet no termina siendo un privilegio sólo para los miembros de la derecha para acabar con toda contestación y hacer un nuevo nudo sobre el atado y bien atado, para que definitivamente nada se mueva.
Esto de la memoria histórica sirve para saber que aquí hubo un sistema de gobierno democràtico sufragado por el pueblo, que fue usurpado por la fuerza de las armas y el terror y que no nos ha sido devuelto.
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