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Lo de Ciudadanos es trágicamente
esperpéntico y muy peligroso. Esta última semana se ha ido superando a si mismo
en su imparable caminar sobre la senda del fascismo. Imparable porque
sorprendentemente nada ni nadie lo detiene haga lo que haga, diga lo que diga.
Muchos politólogos no estarían de acuerdo en definir a este partido, nacido
para romper desde el odio y la impunidad, como fascista. Hay quien lo tilda de
populista, de neoliberal, de derecha que coquetea con la extrema derecha, pero
ese disfraz ya no engaña, ni tan siquiera su discurso errático de defender algo
y lo contrario con la misma vehemencia abusando de la nula memoria de la gente.
De rancio a progre, de progre a rancio. Ciudadanos no es más que una bandera y
una lengua de imposición, nacionalismo falangista, vacuo, casposo y racista.
Ciudadanos es un servicio de propaganda al más puro estilo nacionalsocialista,
que con los medios de comunicación como altavoz y el Capital para su opaca
financiación ha vendido una imagen de Catalunya totalmente distorsionada, que
le ha servido para medrar en el estado español. Y aquí la culpa es tanto de
quien vende como de quien compra un mensaje tan simplista y reduccionista.
Patriotismo de pandereta y miedo a romper una España que nunca fue. Ahora
ampliando su dañino discurso a señalar los peligros de migrantes y manteros
vendiendo la expulsión como una solución mágica para los españolitos de bien.
La técnica hasta ahora de los que
abogan por la república catalana ha sido en cierto modo ignorar su escalada
violenta a todos los niveles, un incendio que creen controlado. Y es posible
que los naranjas hayan tocado techo, que su mensaje anticatalanista no tenga más
recorrido, que ya no sean los abanderados de los constitucionalistas en el
Parlament dada la nueva coyuntura política en el estado español con PSOE y los
Borrell de turno. Pero lo importante es que ellos lo entiendan y echen el freno
y creo que están tan sumidos en su propia vorágine xenófoba y nacionalista
española que se han quedado atrapados en ella. La única huída electoral posible
es hacia adelante.
Entiendo que no hay que hacerles
el juego en la calle, que no hay que caer en sus provocaciones porque es lo que
necesitan desesperadamente para seguir vendiendo sus mentiras, pero desde el
ámbito político y policial no se puede ignorar lo que está pasando porque es
sumamente grave. Ciudadanos está creando comandos a lo camisas negras desde la
falsa legitimidad que le da una resolución judicial, que han universalizado
creando su propia jurisprudencia para amparar la toma de la justicia por su
mano arrancando lazos y pancartas de espacios y edificios públicos con total
gratuidad. Parapolicía política. Hay que recordar que la sentencia solo obliga
al ayuntamiento de Sant Cugat a retirar una estelada, punto. Lo hacen armados
con artilugios como pértigas con objetos cortantes en sus extremos, con cúter,
cuchillos y otros, algunos con pasamontañas, en comandos nocturnos en un
principio, ahora ya a cara descubierta y a plena luz del día. La formación
naranja da cuartelillo a los que increpan y agreden a abuelas y abuelos,
recientemente al padre de un reconocido humorista. No quiero pensar que eso lo
hiciera un CDR, serían detenidos ipso facto y trasladados al TOP. Y el colmo
del surrealismo faccioso es que Ciudadanos emite un comunicado a lo banda
terrorista reivindicando la autoría del intento de robo de la pancarta que
colgaba de la fachada del ayuntamiento de Reus.
En esta ciudad tarraconense hay
un foco tóxico de Ciudadanos que se dedica a invadir los plenos y convertirlos
en un espectáculo deplorable de banderas españolas y pancartas entre abucheos,
risas y burlas. Tuve la ocasión de presenciarlo cuando la CUP de Reus presentó
una moción con la petición de una calle para Cipriano Martos, torturado a manos
de la Guardia Civil en agosto de 1973 y muerto en el hospital de Sant Joan de
la localidad después de casi un mes de terribles sufrimientos. La falta de
respeto hacia los amigos y familiares de las víctimas torturadas aquel verano fue
doloroso y deleznable, de pie y dignos aguantamos estoicamente el espectáculo
bochornoso de la ignorancia fascista. Vergüenza ajena. El alcalde que impidió
que se llevaran la pancarta de apoyo a los presos políticos es el mismo que se
comprometió en la presentación del libro del periodista Roger Mateos “El caso
Cipriano Martos”, cuya lectura aconsejo encarecidamente, a poner una placa conmemorativa de la
vida de Cipriano en la calle en la que residió durante su breve estancia en
Reus.
El Agente Naranja fue un arma
devastadora de la guerra química que debe su nombre al color de los barriles
donde era transportado. Ciudadanos, que por apropiarse hasta lo hizo del
logotipo de una empresa, que ha ganado la demanda interpuesta contra la
formación de los primos de Rivera sin que ésta haya tomado nota de la
resolución de la Oficina Española de Patentes y Marcas, es un envase naranja de un producto que se propaga gracias
a la química de su discurso primitivo y visceral. Ciudadanos es un herbicida
para defoliar los valores democráticos y la convivencia que junto al
combustible de la rabia de un grupo de resentidos, que van más allá del voto
naranja y que se esconden en siglas de supuesta izquierda, de derecha y de
extrema derecha convergentes en organizaciones como Sociedad Civil Catalana,
pretenden devastar la Catalunya plural, pacífica, diversa, inclusiva, solidaria
y de los derechos humanos con sus muros de intolerancia fascista. Y todo esto
desde el victimismo y el cinismo de los cuadros de sus escuadras.
Se les llena la boca de democracia para escupir su nuevo lema: Orden y
Seguridad. Ordnung und Sicherheit. Sigamos mirando para otro lado.
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